El inventor del bypass coronario es un ítalo-argentino originario de la isla de Salina (en el archipiélago de las islas Eolias, frente a las costas de Sicilia).

Su nombre era René Gerónimo Favaloro y nació en La Plata (capital de la provincia de Buenos Aires) el 12 de julio de 1923, hace cien años.

René fue otro hijo de la inmigración, aunque en este caso su familia perteneciera a la clase terrateniente: los Favaloro poseían viñedos con los que elaboraban la famosa malvasía, un vino típico de la zona. Además, eran armadores de un pequeño velero que utilizaban para comerciar vino en Italia.

Una epidemia de filoxera -un parásito de la vid- acabó en 1890 con los recursos económicos de la familia, a la que no le quedó otra salida que emigrar a Argentina, donde se dedicó al comercio.

René estudió medicina en la Universidad de La Plata y se graduó en 1949. Comenzó a interesarse por la cirugía cardiovascular y torácica y se mudó a Estados Unidos para ampliar sus conocimientos y estudiar en uno de los principales centros de la época.

En 1967 ideó la técnica que permitía utilizar la vena safena en un segmento obstruido de la arteria coronaria para permitir la circulación de la sangre. A esa técnica, que posteriormente fue perfeccionada, se la conoce hoy como bypass coronario y cambió la historia en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.

De regreso a Argentina en 1971, comenzó a soñar con crear un centro de excelencia en Buenos Aires, que combinara asistencia médica, investigación científica y formación de nuevos especialistas, siguiendo los pasos de la Clínica Cleveland (Ohio), en la que se había formado.

Así, en 1975, nació la Fundación Favaloro: un hospital privado para tratamientos de alta complejidad, abierto también para personas sin recursos y atento además a las necesidades de los pacientes.

En 1991 fue galardonado por el presidente de Italia, Francesco Cossiga, con el título honorífico de Gran Oficial de la Orden del Mérito.

Pero desafortunadamente la historia no tiene un final feliz. Favaloro se suicidó de un tiro en el pecho en el 2000, probablemente abrumado por las fuertes deudas acumuladas por su clínica desde que el Estado argentino había dejado de pagar por servicios que la clínica brindaba a pacientes de la obra social estatal PAMI.

Su obra y su visión de la medicina, sin embargo, continúan en el trabajo que realiza la Fundación Favaloro que, tras lograr superar la crisis, es hoy una de las instituciones de investigación cardiovascular más importantes de América Latina.

René estaba muy conectado con la tierra de su familia donde, contaba, se emocionaba “hasta la médula” porque sentía que estaba “poniendo los pies en mis raíces”.

En Salina permanece el recuerdo de René. En 2008, la Municipalidad de Leni hizo colocar un busto de bronce con su retrato frente a la clínica médica de la localidad, que ahora lleva su nombre. Y a partir  12 de julio, el día en que nació, la plaza principal del pueblo también llevará su nombre.

Darío Signorini y José Stracquadaini, respectivamente presidente y consejero de los Comites de Buenos Aires, en Italia en las últimas semanas, se encuentran en Salina, listos para asistir a la ceremonia. 

“Riccardo Gullo, alcalde del Municipio de Lipari, la isla próxima a Salina, nos recibió – cuentan-. Conocía bien a Favaloro, porque lo había hospedado varias veces en su casa cuando el médico regresaba a la tierra de su familia”.

También participaron del encuentro el vicealcalde Saverio Merlino y Francesco Malfitano, asesor de Vittorio Sgarbi, subsecretario de cultura.

En Salina todos saben quién fue el doctor Favaloro, y no solo por sus orígenes, sino por la importancia de su obra y su visión humanista de la medicina.

“Este encuentro sentó las bases para que nacieran nuevos proyectos entre Argentina, Italia y la región de Sicilia – agrega Signorini -. Como Comites también pediremos dedicar un busto al Doctor Favaloro en Buenos Aires, en la Plaza Houssay, frente a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires”.