ASÍS (PERUGIA) – Es el patrono de Italia. El santo más amado, por su cercanía con la naturaleza y su elección de vivir en la pobreza, lejos de las comodidades que su familia le habría garantizado. Es San Francisco de Asís, venerado por la Iglesia católica el 4 de octubre.
Es, entonces, el día del santo de todos los que llevan los nombres Francisco y Francisca, así como Franco, Franca y sus respectivos diminutivos regionales: Cecco, Checco, Chicca, Ciccio.
Sabemos que Francisco nació en Asís alrededor de 1181 y que fue bautizado como Giovanni, pero su padre, comerciante de telas, posteriormente le cambió el nombre por Francisco, en honor a Francia, nación gracias a la cual había hecho su fortuna.
Francia, tierra de los francos, el “pueblo de los hombres libres”: y es también en este aspecto que nos gusta imaginarlo. Francisco, hombre libre por excelencia, que no dudó en despojarse de todo, renunciar a la riqueza, pelearse con su familia, todo con el fin de seguir sus ideales. Los de una fe ascética, pobre, alejada de los lujos y de los bienes terrenales.
Sabemos también que pasó su adolescencia con los otros jóvenes de las familias ricas de Asís (estamos a finales del 1100, en plena época comunal, cuando comenzaba a formarse el núcleo de lo que luego sería la burguesía). Planeaba partir con la Cuarta Cruzada, pero cayó enfermo y esa circunstancia lo indujo a reconsiderarlo y comprender la brutalidad de la guerra.
Tenía poco más de 20 años cuando comenzó a mostrar lo que hoy llamaríamos “excentricidades”: cada vez que encontraba a un pobre o a un leproso lo abrazaba y le daba todo lo que tenía, provocando cierto bochorno en su entorno familiar.
La conversión definitiva tuvo lugar en 1206, de manera algo escandalosa: Francisco se despojó públicamente, en el verdadero sentido de la palabra, de todo lo que poseía y partió hacia una nueva vida, vestido solo con un hábito, a predicar el Evangelio.
Pronto se formó a su alrededor una comunidad de jóvenes deseosos de dedicarse a la oración, la contemplación de la naturaleza y el cuidado de los leprosos. Caridad y mística unidas. A su ejemplo se crearon otras comunidades, entre ellas una femenina, fundada por Clara Scifi –hija de un noble de Asís–, quien se convertiría en Santa Clara.
Fue también Francisco quien concibió, en la noche de Navidad de 1223, en Greccio (Rieti), el primer pesebre, con personajes representados por los habitantes del lugar. Se convertiría en la tradición navideña italiana más auténtica.
Francisco fue también poeta; a él le debemos el Cántico de las criaturas, considerado el texto poético más antiguo en lengua común (umbra) que ha llegado hasta nosotros. En el poema, el santo, ya gravemente enfermo, agradece a Dios por la naturaleza, entendida como un cuerpo vivo en el que cada elemento está conectado al todo, e incluso a la “hermana muerte corporal”, que llegó para él el 3 de octubre de 1226.
A San Francisco se le han dedicado numerosas películas, entre ellas Francisco, juglar de Dios, de Roberto Rossellini (1950), Hermano sol, hermana luna de Franco Zeffirelli (1972) y tres de Liliana Cavani. En orden cronológico, la serie Francisco de Asís (1966), Francisco (1989, con un sorprendente Mickey Rourke en el papel del protagonista) y una miniserie homónima de dos episodios en 2014.
Las historias de San Francisco están representadas en los frescos de Giotto en la basílica de Asís. Y fue en él en quien se inspiró Jorge Bergoglio al elegir su nombre como papa, casi como un augurio de la misión imposible de volver a una Iglesia simple y pobre, fiel al mensaje evangélico y alejada de las intrigas políticas y la corrupción.