BUENOS AIRES – Mafalda, la protagonista de la famosa historieta argentina, no la toleraba. Sin embargo, ¿hay algo mejor que una sopa caliente en los fríos días de invierno?
Como otras recetas populares, la sopa tiene orígenes pobres y campesinos que, en su humildad, cuentan las dificultades que afrontaban muchas de nuestras abuelas con la creatividad y el ingenio -y también con el amor- a la hora de poner en la mesa un plato para la familia.
En este artículo hay seis recetas tradicionales italianas, ricas tanto en ingredientes como en historia y leyendas. Platos deliciosos que hasta Mafalda agradecería si los probara.
Ribollita
La Ribollita (del italiano ribollire, que significa “hervir”) es una receta tradicional toscana que debe su nombre a la acción de calentar los restos de sopa durante los días siguientes hasta el punto de ebullición, dado que se preparaba en grandes cantidades.
En este caso se trata de una sopa en el sentido literal del término, ya que se basa en pan duro sumergido en caldo de verduras. Los otros ingredientes principales dan testimonio de su origen humilde: kale negro, una verdura especialmente resistente a las heladas invernales, y las porotos alubia (los pequeñas y blancos).
En los banquetes de los castillos toscanos, durante la Edad Media, aún no se utilizaban platos y la carne se servía sobre trozos de pan, que muchas veces no se consumían (eran simplemente una cobertura) y se ofrecían a los sirvientes al final del banquete.
Con las sobras, los cocineros creativos preparaban sopas abundantes, hervían trozos de pan y añadían verduras a las ollas. Así podían cocinar una gran cantidad de sopa, suficiente para alimentar a sus familias durante varios días. Solo era necesario recalentarla.
Esta receta fue recogida por Pellegrino Artusi en el libro La scienza in cucina e l’arte di mangiar bene (La ciencia en la cocina y el arte de comer bien), gracias a la influencia de su cocinera toscana Marietta Sabatini, una joven campesina que le ayudaba a probar las recetas para publicar en su famoso libro de cocina. un verdadero tratado.
Bazzofia
En lunfardo, una jerga llena de palabras italianas habladas en las ciudades del Río de la Plata, la palabra bazofia es un término despectivo para describir una cosa o persona que no merece respeto.
En Italia, la bazzofia es una sopa típica de las zonas de Priverno y, en general, de la provincia de Latina, en Lacio. Tradicionalmente se preparaba en primavera, cuando se recolectaban las verduras que lo componen.
Se hierven alcauciles, arvejas, habas y lechuga y luego se añaden al pan tostado y a los huevos que se cocinan en el caldo hirviendo.
Existen dos leyendas que cuentan el origen de este plato, también conocida como “sopa del amor” o rappacornuti.
El primero remite a la idea de que las mujeres lo preparaban para ayudar a sus maridos a recuperar fuerzas tras una larga jornada de trabajo en el campo.
La segunda, más traviesa, supone que el caldo se preparaba con antelación y luego se calentaba rápidamente, con la adición de los huevos, al final del día, lo que permitía a las mujeres reunirse en secreto con sus amantes y tener todavía la cena lista por la noche. Por lo tanto, también es excelente como coartada.
Minestrone
Minestrone es el nombre genérico que se da en Italia a las sopas que llevan muchos ingredientes.
El origen de estas sopas se remonta a la época romana, cuando eran preparadas a base de cebolla y ajo, con verduras, cereales, legumbres y todo lo que se pudiera encontrar para enriquecer el plato.
De hecho, el término minestrone deriva del latín minestrare, que significa “servir” o “colocar en la mesa”. Se cocinaba en grandes cantidades en ollas puestas al fuego y se servía, aún humeante, a un gran número de comensales.
El minestrone es la base de la dieta mediterránea y, desde la Antigua Roma hasta hoy, su receta ha sido transformada en función de la disponibilidad de verduras locales, convirtiéndose en un alimento básico de la tradición culinaria italiana con innumerables variaciones regionales.
Sopa Pavese
Esta sopa consiste en rebanadas de pan tostadas o recién fritas en aceite, que se colocan sobre un caldo caliente y cubiertas con queso, con un huevo fresco en el centro.
En la histórica batalla de Pavía en 1525, Francisco I, rey de Francia, fue hecho prisionero tras ser derrotado por los Landsknecht.
La campesina de la granja a donde fue llevado tuvo que servir un almuerzo al noble recluso -prisionero pero todavía rey- improvisando un plato con lo que tenía disponible en la cocina. Según esta leyenda, un año después el rey regresó a su tierra natal y presentó la receta en la corte francesa.
Así nació lo que hoy es la preciada sopa Pavese que, con pocos ingredientes pero una elegante disposición, transforma una preparación campesina en un plato refinado.
Sopa de cebada
En la Antigua Roma hubo un médico griego que gozó de gran fama, hasta tal punto que llegó a ser médico del emperador Marco Aurelio. Se trataba de Galeno de Pérgamo, también conocido como “el médico de los gladiadores”. De su nombre proviene el término “galénico”, que hace referencia a los medicamentos elaborados por los farmacéuticos de forma artesanal.
En su tratado sobre nutrición propuso una sencilla sopa de cebada, alimento que consideraba fundamental para la salud.
En Trentino Alto Adigio, la sopa de cebada es un plato típico que permite a los alpinistas ganar calorías y calentar el estómago en las cabañas. Se enriquece con embutidos locales como el speck, un embutido ahumado muy sabroso, más magro que el jamón gracias al proceso de ahumado que seca la grasa.
Lejos de las arenas romanas, hoy es un plato presente también en los elegantes centros turísticos de montaña.
Sopa alla santé
No se dejen engañar por el nombre francés. Esta sopa es típica de la ciudad de Agnone, en la provincia de Isernia, en Molise.
Se dice que fue inventada para satisfacer el gusto de los soldados napoleónicos, ofreciéndoles un plato que recuerda a las sopas con queso fundido al estilo francés, y que la receta recibió su nombre tras un brindis de tregua (à la santé significa “salud” en francés).
Esta preparación consiste en un caldo con albóndigas, croquetas de queso fritas y crutones, cubiertos con queso derretido.
Otra leyenda, más romántica, sostiene que esta receta de inspiración francesa nació para rendir homenaje a la reina de Nápoles Juana II, que frecuentaba la zona para encontrarse con un amante.
En la guerra y en el amor todo se vale, incluso darle nombre francés a una receta italiana.