TIGRE (BUENOS AIRES) – Es una de las instituciones más antiguas del partido de Tigre, en la zona norte del conurbano de Buenos Aires. Fundada en 1878, la Sociedad Italiana Unione e Benevolenza es hoy un lugar de encuentro entre personas de diferentes edades e ideas, unidas por el objetivo de mantener vivas sus raíces comunes.

“Tigre fue construido por inmigrantes italianos”, afirma Marita Blanco. Es historiadora y documenta y escribe acerca de los gloriosos acontecimientos de la asociación, que nació como una sociedad mutual.

De acuerdo al censo de 1869 (cuando Tigre todavía se llamaba Pago de la Conchas), de una población de 2850 personas, 530 tenían ciudadanía italiana.

“A ellos hay que sumarles los niños que, en virtud del ius soli (en Argentina, a las personas les basta con haber nacido en el país para obtener la ciudadanía) eran ciudadanos argentinos, pese a haber crecido en familias italianas –explica Marita–. Si tomamos la toponimia de la ciudad, muchas calles llevan los nombres de los miembros fundadores que luego fueron intendentes, médicos, ingenieros…”.

En 1888 la Sociedad construyó su primera sede, en la calle que hoy lleva el nombre de Vicente López, con un salón de té y un consultorio médico. 

Veinte años después, en 1908, se trasladó a la dirección actual, en un edificio construido por Stefano Tomatis. “Un personaje fundamental para nuestra historia –afirma Marita–. Un piamontés, originario de Magliano Alpi, en provincia de Cuneo, visionario y brillante, muy trabajador. Fue presidente de la asociación seis veces”.

Los festejos por el Centenario de la Independencia Argentina, en 1910. El estandarte aún es conservado en la sede.

Tomatis era un constructor muy estimado.No era licenciado en arquitectura ni en ingeniería, pero recibió el encargo de construir importantes edificios en Tigre, tanto públicos como privados.

“Los primeros miembros dejaron muchos documentos escritos –continúa Marita–. Y muy bien escritos, hasta el punto de que los estatutos y las actas fueron tomados como modelo por otras asociaciones”.

Y no solo eso. Los documentos detallados disponibles permiten reconstruir de forma viva y colorida algunos episodios importantes de la vida de la asociación.

En 1904, por ejemplo, con motivo de la visita del duque de Abruzzi -un importante miembro de la Casa de Saboya, por entonces a cargo del reinado de Italia-, la Sociedad Italiana organizó un comité de bienvenida en la orilla del río, pero el barco que transportaba al noble fue desviado. Los integrantes de la comisión directiva enviaron entonces una sentida carta de protesta al gobierno italiano, donde relataron el episodio, afirmando que los habían dejado fuera "como un extra ridículo e inútil".La delegación que esperaba en vano al duque de Abruzzi, en un artículo de Cara y Caretas del 2 de diciembre de 1904.

La Sociedad también estuvo muy activa en iniciativas solidarias.

“Cuando Tomatis era presidente creó un fondo para apoyar a mujeres viudas y a niños que se habían quedado sin padres”, afirma Viviana Ferri, vicepresidenta, también de origen piamontesa. Y durante la Primera Guerra Mundial, cuando los ciudadanos varones fueron llamados a luchar en Europa, se proporcionó ayuda a las familias que se quedaron sin apoyo económico”. Se formó un comité Propatria que recaudaba fondos con obras de teatro y almuerzos sociales.

También se organizaron iniciativas de solidaridad durante la Segunda Guerra Mundial. “Pero en las actas de las reuniones se pueden ver las diferentes posiciones de fascistas y antifascistas”, explica Marita.

“El teatro también se utilizaba para bodas y velorios –continúa Viviana–. Tanto es así que se dice que aquí en el lugar vive un fantasma, llamado de manera cariñosa ‘Huguito’”.

El antiguo teatro construido por Tomatis en 1908, demolido en 1963.

La década de 1960 fue la peor época económica para la asociación. “No se podían cubrir los gastos del consultorio y el mantenimiento del panteón italiano en el cementerio municipal, así que se pensó en vender el terreno –relata Marta Bredice, la presidenta–. Entonces un núcleo duro de antiguos miembros resistió y se comprometió a encontrar el dinero necesario para seguir manteniendo viva la sede”. Se demolió el viejo teatro para construir una galería con locales comerciales, para sostener la sede con los alquileres.

Mientras tanto, el papel de la mujer dentro de la asociación iba cambiando lentamente.

“En los primeros años no podían tener roles directivos, tanto es así que se creó una  ‘comisión de señoritas, con la tarea de organizar eventos y otras iniciativas culturales y recreativas”, dice Marta Bredice.

La primera mujer presidenta fue elegida en 2014: Mariana Calderaro de Giacometti, de Veneto. “Y la comisión directiva actual está formada casi en su totalidad por mujeres”, agregar orgullosa Viviana Ferri.

Hoy la asociación intenta que convivan tradición y modernidad, raíces e innovación. “Celebramos los aniversarios, el aniversario de la fundación –afirma Marta Bredice–. Organizamos una sagra del vino durante la época de cosecha”.

El estandarte original que aparece en las fotos de la época.

Hace diez años crearon un coro con un repertorio que abarca desde canciones alpinas hasta los últimos éxitos de Saremo. Y luego cursos de todo tipo: conversación en italiano, cine, gimnasia, yoga, fotografía, dibujo...

La última iniciativa en la que estuvieron trabajando fue un concurso literario de cuentos de inmigrantes, con una sección especial reservada para alumnos de los dos últimos años de la secundaria de Tigre. Porque es desde el territorio desde donde debemos partir de nuevo si queremos renovar y favorecer la entrada de nuevas generaciones. La información y el reglamento se encuentran en la página de Instagram de la asociación.