CÓRDOBA – Se define, parafraseando el título de una canción de Ivano Fossati, como un "italiano de Argentina", que considera –afirma con seguridad– la "21ª región italiana".
La historia de Angelo Bettini y su familia comienza en 1900 en Ostiglia (hoy provincia de Mantua). De aquí parte hacia Córdoba el abuelo Anselmo, que en realidad es tatarabuelo de Angelo. Colonia Caroya, para ser precisos.
“Mi familia tiene ascendencia veneciana y friulana –afirma–. Ostiglia, en la época de mi tatarabuelo, estaba culturalmente ligada a Verona".
Tanto es así que el apellido original era Giacobet, un apellido típico judío-veneciano.
Luego Anselmo se casó con una joven friulana. No es casualidad que en aquella época, en la Colonia Caroya, la primera lengua fuera el friulano y no el español.
“El caso es que en mi familia siempre se habló un dialecto veneciano con fuertes influencias friulanas –afirma Angelo–. Y todavía lo hablamos con orgullo".
Un dialecto, o más bien un idiolecto (término utilizado por los lingüistas para referirse a la forma de hablar característica de pequeños grupos, comunidades restringidas o familias), que sigue siendo casi idéntico desde hace más de un siglo.
“Sin embargo, cuando voy a Italia me doy cuenta de que no es lo mismo que se habla actualmente en la zona", observa. Precisamente porque el aislamiento lo cristalizó en las formas de principios del siglo XX.

Angelo Bettini, en Friuli, posa con su sombrero alpino.
La gastronomía es la pasión y el oficio de la familia. Los Bettini eran propietarios de un restaurante con el mismo nombre muy reconocido en Córdoba (cerró en 2019, muy a pesar de los amantes de la cocina italiana), y de una fábrica de pastas.
“Mi padre también producía embutidos, algunos friulanos –recuerda Angelo– pero cada día era más complicado debido a los costos y a la dificultad de importar la materia prima necesaria que no se encuentran en el país”.
Para Angelo, estudiar tecnología de los alimentos en la universidad fue algo natural. “Me apasioné por la legislación y las políticas europeas de protección de marcas y productos típicos”. Un interés que también le llevó a La Sfogliatella, el blog sobre cultura italiana que él ayudó a fundar.
Mientras estudiaba en la universidad, Angelo se dio cuenta de que existen dos escuelas de pensamiento sobre la cocina y la gastronomía italiana. “Los puristas y los liberales –explica–. Yo pertenezco al segundo. Soy un italiano que mezcla asado y cappelletti, pesto y locro”.