BUENOS AIRES – Fue el momento menos institucional y quizás el más auténticamente italiano de la visita del ministro de Relaciones Exteriores Antonio Tajani a Argentina.

Hablamos del encuentro, en la sede de la escuela italiana Cristoforo Colombo, con los estudiantes de la red de escuelas italianas en Buenos Aires, creada por el director Giampiero Finocchiaro para incluir no solo las escuelas paritarias -aquellas que tienen un título reconocido por Italia-, sino también aquellos institutos privados con currícula internacional, donde se estudia italiano desde el nivel infantil. Crear un sistema es la única estrategia viable si queremos que nuestra lengua siga siendo difundida y hablada en el mundo.

Estuvieron presentes, además de los estudiantes y profesores de la Colombo, representantes (alumnos y docentes) de las paritarias De Amicis de Buenos Aires y Dante Alighieri de Campana (provincia de Buenos Aires), así como de la Island School y St Martin in the Fields, en las que el italiano se enseña como tercer idioma.

La delegación italiana fue acompañada por el embajador Fabrizio Lucentini y el cónsul general de Buenos Aires Carmelo Barbera.

En el amplio patio de “la Colombo”, el ministro conversó con los alumnos de primaria y dialogó sobre equipos de fútbol argentinos e italianos. Él, apasionado de la Juventus, se divirtió debatiendo sobre River y Boca y sobre San Lorenzo (el equipo del papa Francisco). Y suspiró resignado ante las declaraciones de simpatía futbolística por la Roma y la Lazio de la mayoría de los niños.

Fue también una oportunidad para hablar sobre la escuela y las materias de estudio, especialmente cuando la pequeña Emma, de cuarto grado, contó con una radiante sonrisa y un italiano perfecto que había estudiado recientemente las preposiciones articuladas, suscitando murmullos de aprobación entre el entorno del ministro.

En el aula magna de la escuela, ante un auditorio de estudiantes de secundaria, Tajani felicitó a todos por el buen nivel de conocimiento del idioma y anunció la intención de establecer,a partir del próximo año, un Día de la Italofonía, involucrando a los Estados donde el italiano es idioma oficial (Suiza, San Marino y Ciudad del Vaticano, además de Italia), pero también a aquellos países donde desempeña un papel importante por razones históricas. La zona balcánica con Istria, por ejemplo, y por supuesto Argentina. “Es aquí, en Argentina –declaró– donde me gustaría que se celebrara la edición de 2026”.

Para la ocasión, Tajani presentó, en streaming con Roma, la 24ª edición de la Semana de la Lengua Italiana en el Mundo (que tendrá lugar entre el 14 y el 20 de octubre), cuyo tema este año es “El italiano en los libros: el mundo entre líneas”. Por eso, dos estudiantes del liceo de la Colombo compartieron con el ministro un libro italiano que les guste particularmente.

Guido Serafino, el ministro Tajani y Anna Paini.

Anna Paini habló sobre Cartas de Kirguistán de Silvano Agosti (Mondadori), una especie de utopía que describe un país imaginario donde el trabajo ocupa una mínima parte del tiempo de las personas, en la escuela se aprende de manera voluntaria, a través del juego, y los ciudadanos no necesitan leyes ni policía, porque saben autorregularse y gestionar el Estado.

Guido Serafino, por su parte, sorprendió al público con la elección de El Corsario Negro de Emilio Salgari. Ante la mirada atónita del ministro, se lanzó en un relato apasionado de la trama, seguido de un paralelismo entre la figura del corsario y la de Garibaldi, con consideraciones críticas y éticas sobre el autor y los valores e ideales por los cuales se está dispuesto a luchar.

Las palabras finales de Tajani fueran dedicadas a estas observaciones: el ministro subrayó el excelente trabajo de los docentes en formar personas y futuros profesionales, y la importancia de los ideales y valores en los jóvenes. “Para alguno es el entorno, para otros la amistad, para otros más la bandera –dijo–. Nosotros, los adultos, tenemos el deber de no defraudarlos”.