BUENOS AIRES - Lautaro Marchi forma parte de la tercera generación de una familia que ha dedicado toda su vida profesional a la celebración de la Navidad. Junto con sus primos, lleva adelante dos empresas familiares, bajo la dirección de sus padres, quienes ahora colaboran en un rol menos activo, pero con la misma pasión de siempre.

Tanti Auguri produce árboles de Navidad artificiales y decoraciones, mientras que Givana se ocupa de las figuras para los pesebres (la tradición navideña más italiana) e imágenes religiosas, para abastecer tiendas de arte sacro y iglesias, una actividad que se mantiene estable durante todo el año. Además, el grupo es actualmente el único en Argentina que produce elementos para pesebres y figuras religiosas en PVC.

En la empresa familiar, la segunda generación está representada por el padre de Lautaro (76 años) y su tío, de 68. Lamentablemente, la tía, la mayor de los tres hermanos, falleció durante la pandemia. Lautaro la recuerda con mucho cariño.

“Después de la temporada navideña, Evelina visitaba cada año Benabbio, el pueblo en la provincia de Lucca donde nacieron –cuenta Lautaro–. Lo hacían también mis abuelos, que en enero se iban de vacaciones a la playa en Argentina, pero luego, en marzo, tomaban un vuelo hacia Italia, y de ahí directo a Lucca”.

La tía Evelina de vacaciones en Benabbio, el pueblo donde había nacido.

En Benabbio, la familia aún posee la vieja casa familiar. Y Lautaro pudo visitarla en 2019, para conocer a los familiares que quedaron en Italia y que todavía viven en la zona.

“Fue un viaje muy lindo, porque pude encontrarme también con vecinos y amigos de la infancia de mis abuelos y de mi padre. Me contaron anécdotas e historias sobre ellos que no conocía”, cuenta Lautaro.

Lautaro en Benabbio, donde su apellido es muy común.

“Mi padre ahora se encarga solo de hacer las decoraciones navideñas más artesanales –explica Lautaro–. Trabaja esculturas en madera y produce figuras para pesebres en cerámica. Es el oficio que aprendió de mi abuelo, y lo que más le gusta”.

Los Marchi representan la evolución del oficio de los "figurinai", artesanos de Lucca que vendían imágenes sacras por todo el mundo. La tradición familiar dedicada a la Navidad fue llevada en barco por el abuelo Luigi, que llegó en los años 60 desde Italia y se estableció en Villa Domínico (localidad del partido de Avellaneda, en el conurbano sur de Buenos Aires), donde comenzó a producir figuras con yeso en su casa.

Una foto de Benabbio tomada por Lautaro durante su viaje.

Había aprendido el oficio de artesano en su lugar de origen, Benabbio, una pequeña fracción de Bagni di Lucca. Un pueblo muy pintoresco en las colinas toscanas, que podría ser perfectamente el escenario de un pesebre a escala. No muy lejos de Greccio, el pequeño pueblo del Lacio donde, en la noche de Navidad de 1223, San Francisco inventó el pesebre, montando una Natividad con los habitantes locales.

Después de algunos años en la nueva tierra, habiendo logrado poner en marcha una actividad prolífica y ya decidido a quedarse en Argentina, Luigi hizo venir a su esposa Ivana Contrucci, la abuela de Lautaro, seguida de sus tres hermanos y sus tres hijos, Evelina, Giorgio y Giovanni, respectivamente los tíos y el padre de Lautaro.

El abuelo Luigi Marchi, la abuela Ivana Contrucci con la tía Evelina, el tío Giorgio y el padre, Giovanni, de niños.

La familia, ahora reunida, vivía junta en la misma gran casa, dividida entre cada núcleo familiar. El grupo creó una empresa dedicada a las decoraciones navideñas que, como tal, funcionó durante diez años.

Juntos compraron las primeras máquinas de inyección para figuras en PVC, lo que les permitió comenzar a realizar pesebres a gran escala, pasando de una producción artesanal a una de gran volumen. Una pequeña revolución industrial navideña.

Un joven Giovanni junto a sus padres y tíos en Villa Domínico.

Con los años, algunos conflictos familiares y las ganas de independencia dividieron esa gran empresa matriz en tres firmas distintas: Marplast (Marchi-plástico), Fratelli Contrucci y Gianfranco Contrucci, que luego fue relanzada como I.R.A.M., pero cerró en los años noventa.

Con la crisis económica de 2001, Marplast también quebró, pero gracias a la voluntad de la tercera generación de mantener la tradición familiar, renació tiempo después como Givana. Allí que participan el padre de Lautaro, su tío, los primos Augusto y Nahuel, y su hermano Sebastián.

Tanti Auguri fue fundada en 2007. Es un proyecto emprendido por Lautaro junto a su primo Nicolás, quienes intuyeron el potencial en la producción de árboles de Navidad, al no encontrar productos de buena calidad en los que se importaban.

Con una amplia oferta de árboles, su catálogo incluye todo tipo de ramificación, altura y color, más o menos realistas, pero a pesar de la calidad de sus productos, es un momento complejo para la empresa. “Por primera vez los artículos importados son hasta un 70% más baratos que los precios que podemos ofrecer nosotros, con los costos de producción que tenemos –expresa preocupado Lautaro–. Es probable que el próximo año tengamos que reducir la producción e incluso empezar a importar nosotros, para poder competir con los precios”.

Momentos de la fabricación de las decoraciones y los árboles de Navidad.

Fue precisamente por esto que se aventuraron en la producción a gran escala de árboles, caros de importar y poco disponibles en el mercado. Estos grandes árboles se instalan como decoraciones en lugares públicos, espacios de entretenimiento al aire libre y comerciales, a menudo con fines promocionales para grandes marcas, como el que se realizó para Carolina Herrera, instalado en el Hipódromo de Palermo.

“Poder continuar el legado de nuestros abuelos y padres es sin duda el mayor orgullo para nosotros, los primos –declara orgulloso Lautaro–. Haber decorado todo el municipio de Avellaneda, donde se plantaron las raíces de nuestra familia, fue muy gratificante para todos nosotros, además de ser una luz de esperanza para encontrar nuevos proyectos comerciales”.

“Nos tuvimos que reinventar en medio de una crisis industrial –subraya– pero es solo una de las tantas que ha atravesado Argentina. Las tres generaciones de nuestra familia han vivido estos obstáculos, y siempre seguimos adelante gracias a la vocación que nos impulsa”.

El gran árbol en el Parque Navideño de Avellaneda.

El padre de Lautaro construyó completamente a mano un enorme pesebre para el Parque Navideño de Avellaneda, un proyecto que Tanti Auguri llevó adelante junto con el municipio de la localidad en la provincia de Buenos Aires. Es el primero en la zona, y es un gran orgullo para Lautaro y su familia poder compartir el oficio y el espíritu navideño con toda la ciudad.

Este año también fueron encargados de hacer las decoraciones para un centro comercial de Quilmes (otra localidad de la zona sur de la provincia de Buenos Aires).

“Desde que tengo memoria, la Navidad representa nuestra vocación. Es lo que nos une como familia”, explica Lautaro. Y bromea: “La verdad es que vivimos la Navidad todo el año, las 24 horas del día, los siete días de la semana. Solo nos faltan los duendes para que sea como vivir en la casa de Papá Noel. Aunque, desde que fallecieron nuestros abuelos, ya no se reúnen las tres ramas de la familia para las fiestas. De todas maneras, nos vemos todos los días por trabajo”.