BUENOS AIRES – Desde 1949 Argentina celebra cada 4 de septiembre el Día del Inmigrante. Un aniversario de este tipo no podía faltar en un país que ya en 1853 mencionaba a los inmigrantes en la que fuera la primera constitución del país.

En efecto, en su preámbulo, los autores declaran que actúan para “asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.

Sin embargo, la fecha elegida se remonta a un hecho anterior a la sanción de aquella Constitución. El 4 de septiembre de 1812 el Primer Triunvirato, gobierno provisional nacido de la Revolución de Mayo de 1810, emitió una resolución para incentivar la llegada de inmigrantes a la Argentina.

El objetivo era, por un lado, favorecer a través de la política migratoria el crecimiento de la fuerza de trabajo en un país en construcción (la independencia definitiva de España se conseguiría en 1816 y el proceso de conformación del Estado nacional terminaría en 1880) y, por el otro, ofrecer protección a individuos de cualquier país -y a sus familias- que quisieran vivir en Argentina.

Para muchos de ellos, fue un salto al abismo: no sabían qué les esperaba, no hablaban español y solo podían esperar encontrar un futuro mejor en el "nuevo mundo".

Eran sobre todo italianos (para quienes hay un día ad hoc, el 3 de junio, aniversario del nacimiento de Manuel Belgrano) y españoles. Pero también eran suizos, franceses, ingleses, irlandeses, alemanes... De los países de Europa del Este y de Rusia llegaron judíos que huían de los pogrom (ataques realizados a sus comunidades).

A partir de la segunda mitad del siglo pasado, en cambio, Argentina se convirtió principalmente en un destino para migrantes de países sudamericanos. Todavía es el país de la región con mayor presencia extranjera (según datos de 2017 de la Cepal, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe).

En 2004 Argentina, confirmando su vocación de hospitalidad, aprobó una ley con el consentimiento de todos los partidos que inscribe la inmigración en el paradigma de los derechos humanos.

Ya no se permiten las expulsiones, ni siquiera para los llamados inmigrantes ilegales, salvo en caso de sentencia penal firme. Y si decidir dónde en dónde querer vivir es un derecho, entonces los inmigrantes son personas con derechos, empezando por el acceso a la atención médica y a la educación que el país garantiza a todas las personas que lo habitan (aunque no sin conflictos sociales y políticos).

Además, desde 2016 todos los inmigrantes que residen habitualmente en la ciudad de Buenos Aires pueden votar en las elecciones locales. Para fomentar la participación política, desde 2018 se estableció su registro automático en los padrones electorales, sin necesidad de realizar un registro previo.

La app del CEMLA que permite rastrear el barco en el que llegó cualquier migrante entre 1800 y 1960.

Confirmando el viejo chiste atribuido al escritor mexicano Octavio Paz, según el cual los argentinos descienden… de los barcos, el Centro de Estudios Migratorios Latinoamericano (CEMLA) desarrolló un programa para que los bisnietos y tataranietos de los primeros migrantes se enteren en qué barco llegaron sus antepasados.

Para eso, hay que ingresar a la página de Cemla  y seguir las instrucciones. Es posible revisar los desembarcos que tuvieron lugar entre 1800 y 1960.