BUENOS AIRES - El sábado se llevó a cabo la instalación de una baldosa en homenaje a Silvio Frondizi en la puerta del edificio donde vivía, ubicado en Perón al 4400 (antes Cangallo) de la Ciudad de Buenos Aires, donde fue secuestrado por la Alianza Anticomunista Argentina (conocida como Triple A) el 27 de septiembre de 1974 para ser luego ejecutado. Su cuerpo fue encontrado en un descampado en Ezeiza, horas después de su secuestro. Había recibido cincuenta disparos.
El acto fue organizado por la agrupación Barrios por Memoria y Justicia, que desde hace más de quince años se encarga de marcar de este modo las veredas en donde fueron asesinadas, secuestradas, vivieron o estudiaron personas que fueron víctimas del terrorismo de Estado.
En la misma vereda se encuentra la baldosa original, instalada en 2007, que por el paso del tiempo se fue gastando. “Fue una de las primeras baldosas que colocamos –explica Marisa Munczek, arquitecta e integrante de la seccional de Almagro de Barrios por Memoria y Justicia–. Las letras que usamos en ese entonces eran muy finitas y se fueron gastando hasta el punto que casi no se puede leer”. Por eso, compañeras, amigas y familiares de Silvio propusieron cambiarla. “Por suerte hay mucha gente cuidando las baldosas”, afirma Marisa.
Del encuentro participaron amigos, compañeros y familiares. El hijo de Silvio, Julio, que luego de la muerte de su padre se exilió en Italia, estuvo presente en el acto a través de una videollamada desde Roma.
Manuel, su sobrino nieto, acudió al lugar con su hermana Paola. Agradeció a las personas que participaron del acto y llamó a “seguir construyendo más memoria, más verdad y más justicia”.
La placa lleva, junto al nombre de Silvio, el de su yerno, Luis Mendiburu. Vivía en el mismo edificio y enfrentó a los sicarios intentando impedir que se llevaran a Silvio. La patota parapolicial lo asesinó antes de llevar a cabo el secuestro. Tenía 26 años.

La baldosa original fue instalada en 2007.
Silvio era abogado y fue docente en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y en la Universidad de La Plata (UNLP). Sus padres, Julio Frondizi e Isabel Ercoli, habían llegado a la Argentina a fines del siglo XIX desde Gubbio, en la región de Umbría. El matrimonio de inmigrantes había logrado una posición económica holgada y tuvo catorce hijos. Los tres menores fueron Silvio, el ex presidente de la Nación Arturo Frondizi y el ex rector de la Universidad de Buenos Aires Risieri Frondizi.
Fue un importante militante y teórico de la izquierda argentina. Creó el Grupo Praxis, un movimiento de “la nueva izquierda” latinoamericana, siguió de cerca los acontecimientos de la Revolución Cubana e incentivó el involucramiento de estudiantes y trabajadores en la militancia política. Habló de la inminencia de la globalización cuando todavía nadie lo hacía y apoyó el surgimiento de los movimientos sociales.
Un mes antes de ser asesinado, denunció la tortura y fusilamiento de un grupo de militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en Catamarca. Por su labor como defensor de presos político y gremiales sufrió múltiples amenazas, intimidaciones y atentados, pero, a pesar de los consejos de sus amigos, se negó a exiliarse.
En el comunicado en que la Triple A se atribuyó el crimen, se lee: “A las 14:20 fue ajusticiado el disfrazado número uno, Silvio Frondizi, traidor de traidores, comunista y bolchevique”. Silvio había escuchado muchas veces esas acusaciones y se reía de ellas.
“Dicen que soy un traidor a mi clase. Tienen razón. Nada me une a la oligarquía vendepatria y asesina”, había expresado dos meses antes de morir, en su intervención en el congreso del Frente Antiimperialista y por el Socialismo que se desarrolló en la ciudad de Rosario.
Junto a la placa, dejaron una rosa y una manzana rojas. Hay una historia detrás de ese gesto. Rememora el clavel y la manzana que Julio depositó sobre el féretro de su padre en su velorio, llevado a cabo en el aula magna de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), hace casi cincuenta años.