BUENOS AIRES - Pocos saben que la promoción de la cocina italiana recibió un fuerte impulso gracias a un congreso mundial realizado en Roma el 25 de octubre de 1995.

En esa ocasión, delegaciones de varios países, entre ellos productores, expertos en nutrición y grandes nombres de la gastronomía, se reunieron para discutir cómo fomentar el consumo de pasta.

En el encuentro se destacó la importancia de difundir el conocimiento de los países con mayor experiencia en el tema, compartiendo sus saberes a través de iniciativas promocionales colectivas.

Es precisamente con este espíritu que el grupo gastronómico Casa Paradiso ofreció una clase de cocina abierta al público en la sede de Costa Salguero, donde los participantes pudieron poner en práctica, con sus propias manos, los secretos de la pasta italiana.

La chef Mariana Soto, que desde hace ya algunos años colabora con Donato De Santis en las cocinas de sus restaurantes, mostró cómo preparar la masa, hecha rigurosamente con sémola de trigo duro.

Esta harina, además de tener un índice glucémico más bajo en comparación con la harina de trigo blando, posee una cantidad y calidad de proteínas que la hacen más estable al momento de la cocción. Por esta razón, difícilmente se pasa, sino que se mantiene –como nos gusta decir— “al dente”.

La masa para la pasta es muy simple: a la harina, que se dispone “en forma de nido”, se le añaden solo las yemas de huevo y un poco de agua. “En este paso es fundamental usar un tenedor”, afirma Mariana, mientras le muestra al público cómo mezclar los ingredientes para formar la masa.

Los participantes preparan los tallarines.

La joven chef explica que, de esta manera, se evita perder líquido que de otro modo quedaría adherido a las manos. Comparte otro importantísimo secreto para la elaboración de la pasta: “Se amasa de pie, usando la fuerza de todo el cuerpo”. Explica también que el proceso debe ser realizado durante varios minutos. Otra manera es pasar la masa por rodillos o cilindros (en Argentina es muy conocida la máquina conocida como “Pastalinda” para realizar esta tarea) para romper la estructura del gluten, una proteína del trigo.

El último truco para que la pasta sea más deliciosa es quizá el más sencillo, pero también el más efectivo: comer en compañía hace que todo tenga mejor sabor.

Los participantes de la clase de cocina cortaron las láminas dobladas, y todos los tallarines resultantes fueron cocinados y luego fueron servidos en una gran mesa colectiva, donde finalmente se sumergieron los tenedores para disfrutar de un merecido plato de pasta con salsa.

La idea del evento se inspira en las fotos del libro de recetas Pura pasta (ediciones Catapulta) de Donato De Santis, que en el centro muestra una gran fotografía de una larga mesa cubierta de bucatini al pomodoro, un símbolo de lo que representa la pasta en la cultura italiana.