MAR DEL PLATA (BUENOS AIRES) – Una misa por las víctimas de las foibe.

Es la forma en que el Circolo Giuliano de Mar del Plata recuerda a los italianos de Istria, Fiume y Dalmacia asesinados u obligados a exiliarse entre el 8 de septiembre de 1943 (fecha del armisticio de Cassibile con el que Italia se rindió ante los aliados, abandonando la alianza con Hitler) y el 10 de febrero de 1947, cuando fueron firmados los tratados de paz de París.

Un episodio de nuestra historia que durante mucho tiempo pasó desapercibido y que desde el 2004 se conmemora como el Día del Recuerdo cada 10 de febrero.

Foibe es un término dialectal que hace referencia a los túneles kársticos propios de esa zona montañosa, donde eran arrojados los cuerpos de las víctimas, a veces todavía con vida.

En realidad, la mayoría de esas personas murieron de hambre o enfermedades en los campos de detención yugoslavos o durante el traslado a estos lugares.

El número estimado de muertos varía según quién esté incluido en el cálculo: entre tres mil y cinco mil, algunos afirman que fueron once mil, cifra que sólo se alcanzaría incluyendo a los fascistas muertos en las represalias contra los partisanos yugoslavos. Incluirlos cambia el signo político de la conmemoración.

Una vez finalizada la guerra, se produjo un éxodo forzoso de miles de personas de habla italiana de los territorios que pertenecían al Reino de Italia y que luego fueron anexados a Yugoslavia: entre 1945 y 1956, se estima, entre 250 y 350 mil personas abandonaron sus hogares y todo lo que poseían para ser acogidos, como exiliados, dentro de las nuevas fronteras italianas.

La cuestión de las foibe ha sido durante muchos años motivo de polémicas y acusaciones mutuas entre partidos políticos.

Por un lado, la izquierda evitó abordarlo durante mucho tiempo para no entrar en conflicto con el relato épico del movimiento partisano durante la Segunda Guerra Mundial (aunque es necesario subrayar que las masacres de civiles que tuvieron lugar en aquellos territorios, llevados a cabo por los partidarios de Tito, no tienen nada que ver con la Resistencia italiana).

Además, pesaban mucho los vínculos del antiguo Partido Comunista Italiano (PCI) con el gobierno de Tito en Yugoslavia. Aunque hay que decir que la propuesta de establecer un día para recordar la foibe provino del senador Willer Bordon, ex PCI, que se unió a la Margherita tras la disolución del partido.

La derecha lo utilizó de un modo nacionalista, para apropiarse del reclamo de las víctimas, descuidando el contexto histórico y el hecho de que eslovenos y croatas habían sido sometidos a una violencia brutal durante la asimilación forzada llevada a cabo en los veinte años de fascismo.

Es cierto que entre las víctimas de la foibe se encontraban jerarcas y funcionarios de Mussolini, pero también empleados, profesores, sacerdotes y ciudadanos privados que ni siquiera sentían una simpatía especial por el fascismo. Entre las victimas también había mujeres y niños.

El anuncio de la misa en Instagram.

Todo esto nos hace comprender la importancia de la historiografía, no porque todavía tengamos la ilusión de que estudiando la historia aprendemos a no repetir los errores del pasado, sino porque la reconstrucción de los hechos nos ayuda a comprender los contextos, los dilemas, las laceraciones, incluso las contradicciones de la acción humana. Y sobre todo el hecho de que ningún fenómeno histórico surge “porque sí” y termina sin dejar consecuencias.

Para las personas interesadas en participar, la cita es el 13 de febrero a las 19 en la parroquia de San Juan y Nuestra Señora del Rosario (San Juan 2956) en Mar del Plata.

Una vez finalizada la misa, los presentes cantarán Vola Colomba, canción que ganó el Festival de San Remo en 1952 con la interpretación de Nilla Pizzi y que habla de Trieste en 1947 cuando, a raíz del Tratado de París, funcionaba como una especie de ciudad independiente bajo el control de la ONU (un poco como Berlín). Volveria a formar parte de Italia recién en 1954.

(Traducido por Paula LLana)