Contar historias debería incluir la capacidad de dar un paso al costado y ponerse al servicio de esa historia con la escritura. Encontrarse ante una narración convincente, un viaje a la memoria profundo, sentido y contado con el corazón, hace de esta posibilidad casi una necesidad, para ofrecer el debido respeto no sólo al interlocutor, sino a la historia misma.

Tener una interesante y amena conversación con Gianfranco De Vecchi fue como emprender un viaje siguiendo el camino de su familia a través de tres continentes diferentes y muchas épocas históricas.

Gianfranco De Vecchi nos recibió en Richmond, en el laboratorio/boutique del Veneto Group, empresa que fundó y dirige y que distribuye pisos de madera. Veneto Group es la división australiana y neozelandesa de CP Parquet, una empresa italiana que, desde hace más de treinta años, produce pisos y muebles de madera natural de alta calidad.

Una historia de emigración en tres continentes diferentes es la que llevó a Gianfranco, con su esposa Marta, a trasladarse a Melbourne. Un camino, en la historia de Gianfranco, que parte de sus abuelos, cuya historia nos remonta a tiempos de guerra, de encuentros en campos de prisioneros que se convierten en historias de amor, y luego la de sus padres, nacidos en Italia y trasladados, de niños, a Ciudad de México.

Gianfranco habla de eso con emoción y con gran detalle, una memoria histórica precisa y profunda, estructurada a partir de la experiencia de una gran familia unida: “Siempre hemos tenido la gran suerte de tener una fuerte cercanía con nuestros abuelos y con nuestra familia”.

Núcleos familiares, primero los de los abuelos y luego el de los padres de Gianfranco, que frecuentaron la comunidad en el Club Italiano de la Ciudad de México, donde compartieron las experiencias comunes de otros italianos que, como ellos, se habían mudado a la capital mexicana.

Una vida de emigración; por tanto, una experiencia común a muchos italianos, y obviamente también una vida de integración en el país donde eligieron vivir. Pero, para la familia De Vecchi, Italia siempre ha sido “el centro de valores de referencia. Cada vez –recuerda Gianfranco– que cerrábamos la puerta, nuestra casa era una pequeña Italia. Nunca estudié italiano, nunca tomé clases, mi italiano (un excelente italiano con acento español, ndr.) es el resultado de años de escuchar y hablar en casa con mis abuelos y mis padres. Mi abuelo siempre me decía ‘¿cómo podés ser un Gianfranco De Vecchi si no hablás italiano, y si no conocés el himno nacional?’” Una inmersión en la cultura italiana muy presente, incluso en la lejana Ciudad de México, ya que “nos hacían leer libros en italiano, estaba la cultura de la comida, de los aniversarios, había un poco de todo lo italiano, desde la música popular hasta la tradición operística”.

Una identidad consolidada, y obviamente un estímulo importante en el aprendizaje de la lengua italiana, basada también en frecuentes viajes a Italia, donde, en un pequeño pueblo cerca de Parma, los padres y abuelos de Gianfranco reunían a la numerosa familia.

Tradición e identidad italiana, también lingüística, que Gianfranco trajo a Australia, donde se mudó junto con su esposa desde la Ciudad de México, en busca de nuevos estímulos y nuevas oportunidades profesionales y personales en un contexto considerado mucho más adecuado para una familia.

“Con mis hijos Caterina, de cinco años, y Alessandro, de ocho, solo hablo italiano. Mientras mi esposa Marta habla español con ellos, pero cuando yo hablo italiano con mis hijos, ella intenta hablar italiano también. Marta aprendió la lengua porque mi abuelo, cuando la conoció, me dijo ‘Con ella hablo italiano’. Y así hizo”.

El sentimiento de pertenencia de Gianfranco es sólido, arraigado en una profunda conciencia de la experiencia familiar y de la importancia de transmitir todo esto a los hijos: “Siempre pensé que no importaría en qué parte del mundo fuera a vivir o dónde nacieran mis hijos, ellos siempre serán De Vecchi. Somos la segunda generación de nuestra familia que no vive en Italia, pero cuando me dicen ‘naciste en México y no sos italiano’, respondo que soy italiano, que también soy italiano y si me piden un resumen de mi historia, siempre repito que soy mexicano de nacimiento, italiano de sangre y australiano por elección. Y esto es lo que mi esposa y yo queremos que nuestros hijos comprendan”. Todos somos, y ellos también, fruto de un multiculturalismo que proviene de todo lo que está profundamente conectado con el ser italiano, desde la comida hasta la música, el arte y, obviamente, el idioma italiano.

Un enfoque basado en compartir valores que Gianfranco y su mujer Marta llevan adelante como padres atentos y conscientes: “Somos un poco hippies, quizás, pero hemos decidido no darles a nuestros hijos pantallas, teléfonos o tablets; por eso nos dedicamos a momentos de lectura y cuentos con los niños, yo leyendo en italiano y mi mujer en español”.

Tiempo de calidad, el que pasan con sus hijos, al aire libre, “con paseos en bicicleta o quizás jugando con una pelota, pero nunca pantallas –subraya Gianfranco–. Y luego, en la mesa, es el momento de hablar, compartir y contarse sobre el día, pero también el lugar ideal para transmitir a los niños las historias de los abuelos y de nuestras familias”.

Gianfranco llevaba el mismo espíritu al ámbito profesional desde cuando trabajaba en la Ciudad de México, donde entró en contacto por primera vez con CP Parquet, y donde siempre ha hecho prevalecer la alta competencia de los profesionales con los que trabajó y la calidad del producto, la misma filosofía que trajo consigo al Veneto Group.

Pero hay también mucho de compartir intenciones, siempre con el espíritu de comunidad, humana y profesional, que ve en el colectivo italiano, un grupo de profesionales italianos e italo-australianos del sector de la construcción, la arquitectura y el diseño, un punto de referencia del modo de comprender el trabajo y las relaciones humanas de Gianfranco. “Siempre he pensado: ‘Si no nos ayudamos entre nosotros, ¿quién lo hará?’ Así, reuniéndonos con Carlo Gabriele, diseñador de jardines, y Marco Cimino, arquitecto, decidimos unir fuerzas y crear este grupo de profesionales que intentan desarrollarse, crecer, conectarse en red, poniendo a disposición de cada uno sus competencias, su profesionalidad específica, con miras al intercambio mutuo”.