BUENOS AIRES – Gabriel no tenía planes para el domingo 6 de agosto. Había salido en su bicicleta, aprovechando el sol y el clima templado, hasta que pinchó una rueda justo frente a la sede de la Unión Ossolana, en el barrio porteño de Villa Crespo.

“Escuché voces y música que venían de un patio, vi gente en la puerta –dice–. Me acerqué a preguntar de qué se trataba y me invitaron a unirme a la fiesta de la bagna cáuda. Lo curioso es que soy de origen piamontés, mis bisabuelos vinieron de la provincia de Alessandria".

Fue cuestión de segundos. "Recordé todas las cosas que creía haber olvidado", cuenta, maravillado. Almuerzos de domingo, recetas familiares. Incluso recordó la letra de Bella Ciao y pudo cantarla con los otros comensales al final del día. “La conocía incluso antes de que se hiciera famosa en La casa de Papel, la serie de Netflix –dice Gabriel-. Conozco muy bien el significado histórico que tiene esta canción para los italianos y ahora todas las palabras volvieron a mi cabeza, como si nunca hubiera dejado de cantarla”.

En Buenos Aires -donde las casualidades no son azarosas- algo sucede con frecuencia: encontrarse con una historia que al principio parece ser de otras personas y que, luego, resulta ser la propia.

En el salón de la sede de Unión Ossolana están todos: socios jóvenes y adultos, descendientes de osolanos y piamonteses (La Val d'Ossola, en Piamonte, corresponde a la actual provincia de Verbano–Cusio–Ossola, casi en la frontera con Suiza), italianos originarios de otras regiones, amigos y simpatizantes. Unidos por una pasión gastronómica: la bagna cáuda (palabra dialectal traducible como "salsa calda", es decir, "salsa caliente").

Se trata de una receta típica piamontesa a base de ajo y anchoas que se cuecen lentamente en aceite de oliva hasta que se reducen a la consistencia de un puré. Se consume sumergiendo en ella verduras crudas y cocidas.

Un plato antiguo y de origen pobre, adecuado para los días fríos. Pero sobre todo un ritual de convivencia, ya que todos los comensales sumergen las verduras en el mismo cuenco pequeño de terracota (llamado fojòt ), donde la bagna cáuda se mantiene caliente (en su punto justo) gracias a una llama que hay debajo.  

Candidata a ser patrimonio inmaterial de la UNESCO desde 2015, la bagna cáuda fue el plato principal del almuerzo. En el comedor se comentaba que se habían utilizado 300 cabezas de ajo (la receta prevé el uso de un ajo por comensal).

“Es exquisita –comenta Mónica, que nunca falta a los eventos de la Unión Ossolana-. No le falta nada y tampoco le sobra nada”. Aunque no tiene antepasados ​​piamonteses, Mónica y su marido vienen aquí por el ambiente cálido, familiar, el encuentro de culturas y la excelente comida a buen precio.

El menú también incluyó una entrada al estilo piamontés (a base de verduras fritas), un plato de pasta (con salsa boloñesa o con la misma bagna cáuda), pollo a la parrilla, pastafrola de membrillo casera y, para terminar, grappa y café.

Todo fue servido con rapidez y eficacia y siempre con una sonrisa, bajo la supervisión del presidente de la asociación, Aldo Caretti, que al final del día se encontraba exhausto pero muy contento y satisfecho con los resultados de la jornada.

“Es la última bagna cáuda del año – comentó -. Dentro de poco van a llegar los días más calurosos y el plato ya no será adecuado para ese clima”.

Fue también importante el acompañamiento músical, que alternó la tradición italiana y el folclore local. Comenzó con una actuación lírica -Libiamo, ne' lieti calici, de la Traviata de Giuseppe Verdi- y siguió con unas chacareras (como se bailaba en las fiestas rurales argentinas). 

Cerró la banda Azzurra, que ofreció algunos éxitos atemporales de la música ligera italiana (Come prima più di prima, Notti magiche , Il ballo del fuoco,  Volare...). No faltó el baile y el famoso “trencito” entre las mesas.

Darío Signorini, presidente del Comites de Buenos Aires, tomó la palabra invitado por Aldo Caretti y llamó a todos los presentes, italianos e ítalo-argentinos, a votar en las elecciones primarias del domingo 13 de agosto.

Recordó que los extranjeros pueden votar en las elecciones locales de la ciudad de Buenos Aires y que no es necesario registrarse para hacerlo. Basta con ser residente de manera regular para estar inscripto en el padrón electoral.

“Voten –repitió-. Este año vamos a celebrar los 40 años de la democracia y nos toca a nosotros protegerla participando en la vida política. Voten de acuerdo a sus convicciones, pero háganlo".

A la salida, era posible llevarse a casa parte de lo que sobró de la bagna càuda, respetando la tradición italiana, según la cual no se debe tirar la comida, nunca. Aunque desde hace algún tiempo hayamos dejado de ser aquellos campesinos pobres que desembarcaron en América en busca de una vida mejor.