Si el día de San Valentín del 14 de febrero, con la costumbre de intercambiar tarjetas en forma de corazón, tiene origen anglosajón, el santo en el que se inspira, Valentino, es italiano. Concretamente, Terni (en la actual Umbría), de la que fue obispo en el siglo III.
En aquella época Terni se llamaba Interamna Nahars.
La etimología de Interamna, en latín, es clara: significa "entre los dos ríos" (o torrentes), que en este caso serían el Serra y el Nera.
Nahar era el antiguo nombre de Nera, que a su vez deriva de nar, que significa "azufre" en la antigua lengua de los sabinos, población italiana conquistada y asimilada por los romanos.
Las aguas del Nera son ricas en azufre, lo que las tiñe de blanco (aunque por su nombre, en italiano, parece significar lo contrario).
Valentino, nacido en Terni en el año 176, murió -mártir- el 14 de febrero del 273, en Roma, donde había ido a predicar el Evangelio.
Primero fue arrestado y perdonado por el emperador Claudio, luego arrestado nuevamente (ya que se había hecho muy famoso por su predicación) por Aureliano y finalmente decapitado. Está enterrado en Terni y se construyó una basílica en el lugar de su tumba.
La razón por la que se convirtió en el "santo de los enamorados" está ligada a algunas leyendas sobre su vida. Una de ellas dice que un día Valentino vio a dos jóvenes novios discutiendo. Se acercó a ellos con una rosa, invitándolos a sostenerla en sus manos unidas, gesto que los hizo reconciliarse.
De acuerdo a otra versión de la historia, la reconciliación se produjo gracias al vuelo de algunas parejas de palomas.
También se dice que el santo, cuando ya era obispo de Terni, celebró el matrimonio entre una joven cristiana y Sabino, un centurión -como se les llamaba a los oficiales del ejército- romano. Los padres de ella no estaban de acuerdo con la unión pero Valentino, a pedido del soldado, primero lo bautizó y luego celebró la boda.