BUENOS AIRES – El Club Atlético Vélez Sarsfield atraviesa un momento de celebración: la reciente conquista de la Supercopa Argentina devolvió el entusiasmo a hinchas y socios de uno de los clubes más tradicionales de Buenos Aires.

Pero, como recuerda el secretario y responsable de Operaciones y Seguridad, Federico Balestrini –de 28 años, descendiente de calabreses y marchigianos–, la dirigencia debe seguir pensando en el futuro del club, “para dejar de apagar incendios y resolver cuestiones de fondo”.

Balestrini se crió entre los pasillos del instituto educativo que funciona dentro del club y se muestra orgulloso de esa realidad: “El instituto educativo del club no solo ofrece primaria y secundaria, también hay jardín maternal y actualmente incluso nivel terciario, con carreras en educación física y periodismo deportivo”, explica. La institución es privada, aclara, pero recibe apoyo municipal para el pago de docentes y está destinada exclusivamente a socios, que abonan una cuota adicional por la educación.

El club, además del estadio, cuenta con un amplio polideportivo y la ciudad olímpica de Parque Leloir, donde entrena el plantel profesional. Una estructura grande que requiere gestión. “Nuestro trabajo se basa en una planificación por etapas: mantenimiento, remodelaciones y mejoras constantes, de acuerdo con el presupuesto de una asociación civil que quiere mantener una cuota accesible para sus socios”, afirma Balestrini.

El dirigente reconoce las dificultades económicas que enfrentan muchos clubes, pero destaca la capacidad de innovar: “Cambiamos toda la iluminación del estadio y ahora estamos remodelando los baños y el pasillo de la platea norte. Ahí queremos crear un área gastronómica y espacios en colaboración con la empresa que organiza los recitales en el estadio, para brindar una mejor experiencia a socios, hinchas y público en general”.

El Estadio José Amalfitani es una sede histórica: allí se jugaron partidos del Mundial de 1978. A lo largo del tiempo tuvo distintas mejoras, sobre todo en la zona VIP, pero sigue siendo un desafío constante: “Se trabaja por sectores y por fases, en función de las posibilidades económicas y de un fondo de reserva generado a partir de ingresos extraordinarios, como la venta de jugadores, que destinamos a las obras más importantes”, cuenta Balestrini.

Vélez es conocido como La Fábrica, una fábrica de talentos. “Nuestra marca distintiva es apostar por los jugadores surgidos del club, y cuando llegan a Primera División suelen ser vendidos, generando recursos para la institución”, explica. “Con esos ingresos, desde la gestión impulsamos un fondo de reserva, destinando un porcentaje de las ventas exclusivamente a obras, y así, gracias a los ingresos extraordinarios, poder empezar a planificar trabajos de mayor envergadura.”

Las principales fuentes de financiamiento siguen siendo los derechos televisivos, los sponsors (con históricas alianzas con marcas italianas como Pirelli, Diadora, Kappa y actualmente Macron, de Bolonia), además de los eventos y recitales que se realizan en el estadio.

Más allá del fútbol, Vélez es un punto de referencia social para los barrios que lo rodean, con decenas de disciplinas deportivas y actividades recreativas de todo tipo.