Lanús volvió a escribir una de las páginas más importantes de su historia al coronarse campeón de la Copa Sudamericana 2025, después de superar por 5-4 en los penales a Atlético Mineiro en una final tan cerrada como dramática, disputada en el Estadio Defensores del Chaco, en Asunción. El Granate, que ya había levantado este trofeo en 2013, volvió a gritar campeón doce años después y se consolidó nuevamente en la élite del continente.
La final comenzó con el clima habitual de los grandes duelos internacionales: tensión, cautela y un respeto mutuo que marcó el desarrollo del partido desde el primer minuto. Lanús y Mineiro, conscientes de que un detalle podía definirlo todo, plantearon un encuentro estratégico, con líneas compactas y escaso margen para la improvisación.
El conjunto de Mauricio Pellegrino priorizó la posesión segura, el orden táctico y la protección del bloque defensivo, mientras que los dirigidos por Jorge Sampaoli intentaron progresar por las bandas sin lograr precisión en los últimos metros.
El primer tiempo fue un juego de ajedrez, con ritmo controlado y pocas licencias para atacar. La ocasión más clara llegó para el conjunto brasileño a los 30 minutos: un tiro libre exquisito de Bernard que se estrelló contra el palo izquierdo de Nahuel Losada, en lo que terminó siendo el único sobresalto real del tramo inicial.
En el complemento, el guion se mantuvo dentro de los mismos parámetros: intensidad táctica, mucha disputa en el mediocampo y pocas situaciones de riesgo concreto. Pellegrino intentó modificar la dinámica con variantes ofensivas, pero Mineiro respondió con presión alta y orden, obligando a Lanús a administrar cada avance con extrema paciencia.
El desgaste físico comenzó a pasar factura y el partido entró en un terreno de pura resistencia. Con ambos equipos sin claridad para romper líneas, el camino hacia los penales se volvió inevitable. El alargue no hizo más que confirmar ese paisaje: piernas cansadas, ideas agotadas y un estadio entero conteniendo la respiración.
Ya desde los doce pasos, Lanús mostró su personalidad competitiva, mezcla de serenidad y carácter. Con ejecuciones seguras y una fortaleza emocional admirable, el Granate completó una serie que terminó inclinándose a su favor gracias a la figura de la noche: Nahuel Losada, héroe absoluto de la final.
El arquero detuvo remates claves y se erigió como protagonista estelar en la definición, desatando el festejo granate luego del 5-4 final.
El título en Asunción representa el octavo trofeo oficial en la historia de Lanús y su tercer campeonato internacional, reafirmando el crecimiento deportivo e institucional que ha sostenido el club en las últimas décadas. Además, la consagración asegura su presencia en la Copa Libertadores 2026 y el pase a la Recopa Conmebol, donde enfrentará al campeón de la Libertadores en busca de otra hazaña continental.
Lanús lo hizo otra vez: campeón, continental, eterno.