CÓRDOBA - La Familia Siciliana de Córdoba es una de las pocas asociaciones que aún están activas en la capital provincial. Mientras que en las localidades rurales circundantes las comunidades regionales italianas mantienen una fuerte identidad que va más allá de las generaciones, en el área urbana los jóvenes se están alejando del asociacionismo.

Giuseppe Bognanno es presidente de la Famiglia Siciliana de Córdoba y tiene 87 años. Nació en el pequeño pueblo siciliano de Villapriolo, en la provincia de Enna y llegó a la Argentina en 1954.

“Tenía 17 años. Emigré con toda mi familia –recuerda–. Al contrario de lo que se piensa, no todas las personas que emigraron lo hicieron para escapar del hambre. En Sicilia teníamos un poco de tierra, dos casas pequeñas y no nos faltaba de nada, pero mi padre decidió irse porque su hermano había muerto luchando en la Segunda Guerra Mundial y no quería que a sus cuatro hijos les pasara lo mismo”. En la década del cincuenta, en el apogeo de la Guerra Fría, el temor a un nuevo conflicto era palpable.

Los Bognano se unieron a otros miembros de la familia que ya se habían establecido en Argentina y por lo tanto inmediatamente tuvieron alojamiento y apoyo moral para instalarse en el nuevo hogar y en el nuevo continente.

Giuseppe todavía recuerda el viaje en tren de Buenos Aires a Córdoba, cuando percibió por primera vez las dimensiones de la pampa, la extensa llanura del centro de Argentina. “A kilómetros desde la ventanilla del vagón no veía más que campos, sin ninguna montaña, me causó una gran impresión”, afirma. 

Según su experiencia, Giuseppe sostiene sin dudarlo que emigrar para buscar un futuro diferente es aconsejable para los jóvenes, sin olvidar que, como toda experiencia humana, conlleva tanto beneficios como desventajas. “Es una aventura, puede que las cosas no salgan según lo planeado o incluso mejor de lo esperado”, afirma. Y advierte: “La nostalgia por el país de origen persiste incluso después de muchos años. Eso nunca lo ahuyentas”.

Giuseppe espera poder volver a Sicilia en esta etapa de su vida y declara de manera romántica: “El país donde se nace es como el primer amor”.

En Argentina sigue la actualidad italiana. Mira la televisión de la península y se mantiene en contacto con familiares que se quedaron en Sicilia. Un primo vive en el municipio de Villarosa, que incluye la aldea donde nació Giuseppe, un lugar que se enfrenta al problema del vaciamiento ligado al descenso demográfico y al envejecimiento de la población. “Cuando yo era pequeño vivían allí unas tres mil personas, ahora sólo hay trescientos habitantes”, explica Giuseppe, informado por sus familiares.

Él también se enfrenta a una situación similar en la asociación. “Los jóvenes tienen otros intereses e ideas diferentes. Lamentablemente, casi todos los miembros de la Familia Siciliana de Córdoba tienen más de sesenta años”, admite Giuseppe, que de todos modos no pierde la esperanza.

Para aumentar la participación de los jóvenes, se centra en actividades deportivas y recreativas. “Durante algún tiempo hubo un torneo de fútbol entre clubes locales con partidos que se realizaban con mucha frecuencia entre las familias los fines de semana, nos gustaría volver a proponer una experiencia similar”, revela.

Como presidente de la asociación, también intenta estar en contacto con las instituciones para recibir apoyo para las actividades de la Familia Siciliana, pero admite que siente que a veces descuidan a los pequeños clubes.

En los próximos días convocará una reunión con los presidentes de todas las asociaciones de la Ciudad de Córdoba para discutir este problema.