BUENOS AIRES – La primera directora mujer que realizó una película sonora en Argentina pronto tendrá una película dedicada a ella. Se trata de Vlasta Lah, una italiana de origen istriano (nacida en Pula en 1913), que emigró a Argentina con su marido Catrano Catrani (también director) en los años treinta para evitar problemas con el régimen de Mussolini.
Su historia fue redescubierta y contada por Candela Vey y Martín Miguel Pereira, autores del libro Por ser mujer, publicado por Ediciones del Camino. Ahora trabajan en un documental, del que Candela ha realizado un cortometraje (Vlasta. Apuntes para un documental) que se presentará como avance de la obra completa en Trieste, en la inauguración del Festival de Cine Ibero-Latinoamericano (que se desarrollará del 13 al 20 de octubre).
Candela conoció a Vlasta en 2015. “Tenía que hacer un proyecto para un curso universitario e investigar a las directoras del siglo XX –recuerda–. Me di cuenta de que, después de los grandes nombres del cine mudo de los años veinte, como Emilia Saleny y María de Celestini, las mujeres parecían haber desaparecido hasta los años sesenta”.
Es entonces cuando aparece Vlasta.
“El trabajo de investigación para reconstruir su historia no fue fácil –afirma Vey–. Las noticias eran escasas y fragmentarias, las fechas no cuadraban, era imposible encontrar las películas, había lagunas de información... Intentamos contactar con personas que, en el ámbito cinematográfico, pudieran haberla conocido y trabajado con ella, pero todos estaban muertos o eran muy viejos”.
Candela y Martín llegaron a utilizar sitios de reconstrucción genealógica para rastrear a sus descendientes (Vlasta tenía dos hermanas y un hermano), repartidos entre Italia, Argentina y Australia.
“Nos sorprendió la brevedad de su carrera como directora –afirma Candela–. Había trabajado como asistente de grandes nombres del cine argentino, tenía una formación muy sólida, ya que había estudiado en el Centro Experimental de Cine de Roma”. Más preparada, en definitiva, que los hombres de los que ejerció de mano derecha.
Candela Vey, realizadora del documental sobre Vlasta Lah.
En 1960 realizó su primer largometraje sonoro, Las furias. Fue la primera película sonora dirigida por una mujer en Argentina. Pero fue un fracaso. En 1962 volvió a intentarlo con Los modelos, con muchas referencias a la condición femenina. Las críticas fueron buenas, pero eso no se vio reflejado en las ventas de entradas.
Después de estas experiencias Vlasta desapareció del mundo del cine. Ella, que en los años cincuenta había dirigido la Escuela Superior Argentina de Artes Cinematográficas. Ella, que -gracias a su experiencia técnica y formación- había sido la asistente de dirección más solicitada de los Estudios San Miguel, una especie de Cinecittà argentina en Bella Vista (en el oeste de la provincia de Buenos Aires).
“Nos preguntamos por qué –dice Candela Vey–. También porque su marido Catrano Catrani también hizo una película que salió terriblemente mal, pero siguió trabajando”.
Su desaparición probablemente esté relacionada con una serie de factores. Por ejemplo, la dificultad para ser reconocida como artista por colegas de la época, más jóvenes que ella, que tenían la misma formación, provenían de los mismos círculos críticos y tendían a agruparse. Obligaciones familiares (como mujer, como dice el título del libro), que ineludiblemente la llevaron nuevamente a las tareas de cuidados, a pesar de sus esfuerzos por realizarse profesionalmente.
La segunda esposa del hijo, que la frecuentó algunos años antes de su muerte, en 1978, la recuerda como una mujer inquieta que nunca había dejado de escribir y de pensar -como ocurre con los artistas- y a la que le habría gustado volver al cine y volver a dirigir.
“En este sentido es casi imposible que una mujer escuche el relato de Vlasta y no se sienta identificada”, concluye Candela.