BUENOS AIRES – Tres amigos que crecieron juntos en un complejo de viviendas populares en Trieste, unidos por un secreto y cuyas vidas han tomado rumbos diferentes. Se trata de Uno per tutti (2015) de Mimmo Calopresti, que desde hace algunos días forma parte de la plataforma Il Globo TV.

Basada en la novela homónima de Gaetano Savatteri (publicada en Italia por la editorial Sellerio), cuenta las historias entrelazadas de Gil, Vinz y Saro.

Gil (Fabrizio Ferracane) es un empresario naval con algunas conexiones poco recomendables y con las manos bastante metidas en el sector de las licitaciones, una esposa aburrida (Isabella Ferrari) y un hijo en plena crisis adolescente.

Vinz-Vincenzo (Giorgio Panariello, por una vez lejos de la sobreactuación de comediante televisivo) se ha convertido en policía y se encuentra descontento en su vida privada y profesional.

Saro (Thomas Trabacchi), hijo de inmigrantes calabreses, ha regresado a la tierra de su familia y es médico de hospital. Está cerca del burn out.

Se reencuentran después de muchos años porque el hijo de Gil es arrestado por el propio Vinz, bajo la (fundada) acusación de haber apuñalado a un joven (que luego muere). El padre intentará por todos los medios convencer al policía de que libere a su hijo y aligere su situación en nombre de una antigua deuda de gratitud de la que dice poder presumir. Por el mismo motivo, Saro también será convocado desde Calabria.

Mientras la situación del joven arrestado se vuelve cada vez más enredada, la maraña del secreto que une a los tres adultos y el significado del título Uno per tutti se deshace. Lo que alude al lema de Los Tres Mosqueteros y al compañerismo de amistades que se inició durante la infancia, pero también a que a veces, en los momentos difíciles, toda la responsabilidad recae en alguien. Que debe pagar, por todos.

En la película se repiten temas queridos por Calopresti: la responsabilidad individual, las decisiones del individuo que influyen en la comunidad, el cada vez más deteriorado mundo del trabajo y de los negocios, el conflicto generacional, con los hijos de los proletarios de ayer que de alguna manera logran lo que logran y sus hijos, frágiles e inadaptados.

Como telón de fondo, una Trieste alejada de la autocelebración centroeuropea. Donde por la noche, en la Piazza Unità d'Italia, circulan los vástagos apáticos de las familias burguesas, tan amorales que por razones triviales alguien muere. Donde el tráfico del puerto no es tan diferente al de Gioia Tauro en Calabria. Y donde al final la única salvación viene de amigos capaces de decir que no.