CARACAS – Caracas es una ciudad fantasmal. “Desde las 17 los comercios están cerrados y casi no circulan autos –comenta Marcos David Valverde, periodista del portal de periodismo investigativo Armando.info y delegado del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP)–. Parece ser Año Nuevo”.

Sin embargo, es la víspera del 10 de enero, fecha en que Nicolás Maduro asumirá la presidencia de Venezuela por su tercer mandato, muy cuestionado. Ceremonia blindada, con el espacio aéreo cerrado sobre la capital y la autopista que da acceso a la ciudad interrumpida al tráfico.

Hace unos instantes se llevó a cabo una manifestación en todo el país, liderada por la opositora María Corina Machado, que luego -de acuerdo a sus voceros- escapó de un intento de secuestro. Mientras tanto, su compañero de fórmula, Edmundo González Urrutia, intentará ingresar al país mañana para reclamar el título de presidente, según el verdadero -afirma- resultado de las urnas, sobre el cual pesa la fuerte sospecha de fraude.

“Para entender la situación actual hay que entender qué pasó en la última semana –continúa Valverde–. Fueron días caracterizados por la presencia de servicios de inteligencia en las fronteras y en la capital. Hombres con el rostro cubierto, armados, que detenían todos los autos que se dirigían a Caracas”.

Aumentó la presencia de la policía, el ejército y los denominados “colectivos”, formaciones parapoliciales, compuestas por individuos de civil, que actúan sin jerarquía ni organización y siembran el pánico.

En las últimas 72 horas se registraron 20 nuevos prisioneros políticos. Algunos de ellos se encuentran desaparecidos. Además del yerno de González Urrutia, Rafael Tudares, el activista por los derechos humanos Carlos Correa y el excandidato presidencial Enrique Márquez, rival de Urrutia durante las últimas elecciones, pero luego aliado en la denuncia de fraude que llevó el conflicto a los tribunales.

“No era previsible la adhesión a la manifestación, dado el clima de amenaza –dice la politóloga Marisela Betancourt, residente en Buenos Aires desde hace ocho años–. Sin embargo, a pesar de todo, las personas vencieron el miedo y salieron a la calle”.

Los problemas en Caracas comenzaron de inmediato, con el régimen colocando barreras en los puntos de concentración indicados por los organizadores, obligando así a los manifestantes a trasladarse a calles paralelas.

María Corina Machado era esperada en Chacao (uno de los municipios del Área Metropolitana de Caracas). La líder, que vive en clandestinidad desde hace meses, llegó en una moto escoltada por su servicio de seguridad.

“Hagan lo que hagan, se están cavando su propia tumba –declaró, refiriéndose al gobierno de Maduro–. Lo que hagan mañana sellará el fin del régimen”. Y respecto a los resultados de las elecciones, afirmó: “No hay maniobra pseudojurídica que pueda ocultar la verdad”.

Al momento de alejarse, su equipo de comunicación relató que las fuerzas de seguridad la interceptaron y la hicieron caer de la moto en la que viajaba. Hubo disparos y un intento de secuestro, del que finalmente logró escapar.

Por lo demás, hay mucha expectativa y preocupación por lo que sucederá mañana.

“Ambas partes están jugando un juego psicológico –afirma Betancourt–. El gobierno reprime, amenaza, hace desaparecer a los opositores”. González Urrutia genera expectativas. Circula el rumor de que no solo expresidentes amigos lo acompañarán en su intento de ingresar a Venezuela, sino también el actual presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Mientras tanto, Javier Martínez-Acha, ministro de Relaciones Exteriores de Panamá (uno de los países que González Urrutia visitó estos días), anunció “una gran sorpresa para el continente”.

Para Valverde, en la región sudamericana se ha generado una situación inédita, con tres presidentes en ejercicio, muy diferentes en personalidad y orientación política (Javier Milei en Argentina, Luis Lacalle Pou en Uruguay y Gabriel Boric en Chile), que condenan de manera unánime la gestión de Nicolás Maduro.

Por su parte, Betancourt señala un cambio en el sistema represivo. Más intenso en los últimos días, pero diferente en su composición. “Menos militares y más policía –observa–. Como si no confiaran en las tropas. Después de todo, fueron los mismos militares, en 2002, los que hicieron fracasar el golpe de Estado contra Hugo Chávez, a quien se mantuvieron leales. Fueron ellos quienes devolvieron la Constitución al pueblo”.

Años que parecen muy lejanos. Marisela Betancourt, en ese momento, creía en el cambio abierto por Chávez, cuando toda América Latina gritaba que “otro mundo” era posible. “Yo era una defensora del chavismo –dice–. Fui una de las fundadoras de Radio Sur, en 2010”. Un proyecto muy impulsado por Chávez para crear espacios donde dar voz a la visión latinoamericana.

“Hugo Chávez ganó las elecciones de 1998 prometiendo romper con el pasado –dice Valverde–. No más desapariciones forzadas, violencia de la policía y las fuerzas armadas, represión y censura. Justo aquello que están replicando hoy sus sucesores”.