BUENOS AIRES - La histórica Plaza de Mayo de Buenos Aires fue el epicentro de una movilización masiva este miércoles, con cientos de miles de personas volcadas a las calles para repudiar la condena contra la expresidenta Cristina Kirchner en la causa Vialidad y expresar su incondicional apoyo. La imagen de Cristina se multiplicó en carteles hechos a mano, banderas partidarias y el fervor de una multitud que desafió el protocolo antipiquetes del gobierno de Javier Milei.

La jornada, que inicialmente tenía como destino Comodoro Py, fue reorientada hacia Plaza de Mayo tras la notificación virtual de la condena domiciliaria a Cristina, tal como habían solicitado los abogados de la exmandataria. 

Las estimaciones sobre la concurrencia variaron. La Policía de la Ciudad cifró la asistencia en aproximadamente 500 mil personas, mientras que La Cámpora, uno de los principales convocantes, elevó la cifra a un millón. Más allá de los números, lo cierto es que la Plaza y sus alrededores rebalsaron de militantes de base de todas las edades, gremios, organizaciones sociales y figuras de peso del peronismo en una movilización que sin dudas quedará en la historia del país.

La presencia de las  tres centrales sindicales -las dos CTA y la CGT (aunque esta última con una columna acotada, evidenciando tensiones internas)- marcó el pulso de la convocatoria. Gobernadores como Axel Kicillof y dirigentes como Sergio Massa y Máximo Kirchner -hijo de la exmandataria- también se hicieron presentes. También asistieron sectores de la izquierda, como el MAS y el Partido Obrero.

Kicillof denunció “la violencia de la persecución” y, en alusión al gobierno nacional, añadió: “¿De qué libertad están hablando, si ponen preso al que piensa distinto? Quieren intentar disciplinarnos”. Y continuó: “Estamos en la calle para manifestarnos, para decir que ‘así no Milei’. Intentan disciplinar al campo popular, a la dirigencia, pero estamos acá porque no hay un ‘cómo’ disciplinarnos”. El mandatario bonaerense fue enfático al calificar la situación como “un golpe de autoritarismo que se expresa en una condena injusta y fuera de la ley; en un procedimiento judicial totalmente trucho contra Cristina”.

La condena a Cristina Fernández de Kirchner a seis años de prisión domiciliaria y la inhabilitación para ejercer cargos públicos en la causa Vialidad fue el detonante de la movilización. Este beneficio de prisión domiciliaria se aplica por su edad, por su condición de haber sido dos veces presidenta y una vicepresidenta y en consideración del intento de asesinato que sufrió en 2022. 

La noticia de su detención también generó reacciones a nivel internacional. Esta tarde se anunció la visita del presidente brasileño Lula da Silva en julio para expresar su solidaridad con Cristina Kirchner, un gesto que subraya la resonancia regional del caso.

La jornada no estuvo exenta de desafíos para los manifestantes. Micros provenientes de provincias como Santa Cruz, Córdoba, San Luis, Río Negro y Neuquén denunciaron haber sido detenidos en retenes de Gendarmería en varias ocasiones. Los efectivos no solo demoraban a los manifestantes, sino que filmaban, fotografiaban listas de pasajeros y requisaban vehículos, mientras el vocero presidencial Manuel Adorni amenazaba con aplicar el protocolo antipiquetes y el jefe de Gabinete Guillermo Francos justificaba las requisas hablando de “listas de agitadores”. Incluso se reportó que la Policía Federal solicitó documentos de identidad a personas que llegaban a la estación de tren de Constitución, en un intento de disuasión que evocaba, para muchos, los peores momentos de la represión estatal.

Las manifestaciones se multiplicaron a lo largo de todo el país, en lugares como Bariloche, Rosario, Santa Fe, La Rioja, Córdoba y Mendoza.

La expresidenta, quien transita su arresto domiciliario en su departamento de San José 1111, en el barrio de Constitución, se comunicó con la multitud de manera virtual. Tras el himno nacional y la marcha peronista, un audio grabado de CFK precedió su aparición en vivo (solo con audio). Una icónica frase marcó la jornada fue “Pueden encerrarme a mí, pero no al pueblo argentino”.

Desde su confinamiento, Cristina no solo agradeció el apoyo, sino que criticó duramente el modelo económico del gobierno de Milei. “Se cae por injusto e insostenible”, sostuvo, al tiempo que evocó los años de los gobiernos kirchneristas: “Ese país no fue una utopía”. Y prometió: “Vamos a volver, con más unidad y más fuerza”. 

Además, instó a “defender la democracia con las mismas herramientas con que las construimos, sin violencia, con coraje, sin miedo y con amor”.

Con ironía, Cristina se refirió a la restricción de salir a su balcón. “Dios mío, qué cachivaches que son –dijo, en relación a los magistrados que habrían impuesto esa condición para que pueda cumplir la condena desde su casa (sus abogados pidieron una aclaratoria en relación al tema)– Menos mal que no tengo macetas con plantas porque ni siquiera las podría regar, qué sé yo. Gente ridícula si las hay”. 

Y teorizó: “¿Y saben por qué no me dejan competir? Porque saben que pierden”.

Al hablar del pasado, la expresidenta conectó con la esencia peronista. “Lo que más me gustó fue escucharles cantar otra vez vamos a volver. No lo hacíamos desde hacía muchísimo tiempo, demasiado tal vez. Y me gusta porque revela una voluntad de volver a tener un país donde los pibes puedan comer cuatro veces al día y en el colegio haya libros y computadoras, los laburantes lleguen a fin de mes y puedan ahorrar para comprarse una casita, un autito y un terrenito, algo que sea de ellos, conseguido con el esfuerzo de su trabajo. Bien peronista”.

Dijo que durante los años en los que el kirchnerismo gobernó, “los jubilados tenían remedios” y que aquel país “no fue ninguna utopía”. Y afirmó “Lo vivimos durante 12 años y medio y además lo dejamos desendeudado, como a las familias y a las empresas. Increíble lo que han hecho y cómo han destruido”.

Sobre el presente sostuvo que, así como aquellos años fueron una “realidad”, el modelo económico llevado a cabo por el presidente Javier Milei “se cae. Y se cae no solo porque es injusto e inequitativo, sino fundamentalmente porque es insostenible en términos económicos”. Porque, afirmó la exmandataria, no es posible sostener un modelo económico donde la gente “tiene que tarjetear la comida del día a día y después no puede pagar la tarjeta” en un país ¿Cómo subsiste un país donde es mucho mejor comprar comida, viajar, comprar ropa afuera porque es más barata de lo que está aquí adentro del país?”.

Finalmente, dejó una advertencia al “verdadero poder económico, que “sabe que este modelo no tiene futuro, sabe que se cae y por eso es que estoy presa. Pero hay algo que deben entender todos y todas, incluso ellos. Pueden encerrarme a mí, pero no van a poder encerrar a todo el pueblo argentino. Los que están asustados no somos nosotros, son ellos”.

Minutos después, CFK se dirigió a la militancia en vivo: “Hola. Soy Cristina. ¿Me escuchan?”, se oyó por los altoparlantes.

La dirigente agradeció “el cariño y el afecto” de la gente y dijo: “Tenemos razón La razón nuestra es la razón de los pueblos, que se niegan a ser arrasados y también una patria que se niega a ser colonia. Así que compatriotas, como siempre, con firmeza y con mucho trabajo, siempre tirando para adelante. Siempre”.

Luego de las palabras de Cristina resonó con fuerza Todo preso es político de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. El tema, entonado por amplios sectores de la militancia, transformó la manifestación en un ritual colectivo, combinando consignas políticas con referencias culturales compartidas.