BUENOS AIRES – Llegaron uno detrás del otro al Museo del Holocausto de Buenos Aires para las celebraciones del Día internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, el 27 de enero, que coincide con la fecha en la que, en 1945, el Ejército Rojo entró a Auschwitz para liberar a los pocos sobrevivientes. Desde entonces han pasado 80 años.

Uno de los primeros en desfilar por la calle Montevideo, donde se encuentra el museo, fue el embajador italiano Fabrizio Lucentini, seguido de cerca por Amador Sánchez Rico, representante diplomático de la Unión Europea en Argentina y el embajador de Israel, Eyal Sela.

Llegaron los miembros del gobierno, desde el secretario de Culto Nahuel Sotelo hasta el ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona, quien evitó acercarse a los periodistas por temor a alguna pregunta sobre la anunciada eliminación del femicidio del Código Penal argentino.

Numerosos representantes políticos de la comunidad judía, como Paula Schreier de BAMA (una fundación que trabaja en el ámbito educativo de la comunidad judía argentina) y Mónica Sucari, secretaria general de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas en Argentina), con el tesorero de la organización, Gabriel Salem.

Los encargados de recibir a los asistentes fueron Marcelo Mindlin y Jonathan Karszenbaum, presidente y director del Museo del Holocausto, respectivamente.

Muy esperado el arribo de Javier Milei, gran simpatizante del Estado de Israel y de la comunidad judía, seguido unos minutos antes por su portavoz Manuel Adorni.

Imponentes las medidas de seguridad, desde perros moleculares hasta drones. Un agente circulaba por la calle, rigurosamente vallada, con una mochila de la cual asomaba un caño de rifle: un cazador de drones, programado para identificar y derribar cualquier aeronave enemiga al instante.

La ceremonia incluyó los saludos institucionales, el testimonio de Rosa Rotemberg, sobreviviente del Holocausto, y el rito de encendido de las velas, además del minuto de silencio en recuerdo de las víctimas.

El presidente Milei cerró la celebración, comenzando con un paralelismo entre la liberación de Auschwitz-Birkenau y “la reciente liberación de los rehenes en Gaza, iniciada hace algunos días”.

Define el Holocausto como “uno de los errores más graves que la humanidad ha sufrido en su historia” y reafirma “el deber y la responsabilidad de no olvidar”, de recordar “todas las víctimas de entonces y todas las víctimas que siguen cayendo a causa del culto a la intolerancia, el odio y la muerte; ayer disfrazado de nazismo, hoy disfrazado de fundamentalismo”.

Ni siquiera en esta ocasión el presidente renuncia a una de sus críticas, advirtiendo sobre “aquellos que, con ligereza, lanzan acusaciones y categorizaciones de ‘nazi’ contra quien no comparta su forma de pensar, como lo han hecho algunos sectores de izquierda en todo el mundo, por ejemplo, con mi amigo Elon Musk”, dijo, aludiendo a las polémicas por el gesto del millonario sudafricano en la ceremonia de asunción de Donald Trump. Y asegura que Musk “es un defensor irreprochable del Estado de Israel. Pero no debería sorprendernos, porque a menudo estas falsas acusaciones provienen de quienes defienden a los terroristas de Hamas y denigran al Estado de Israel”.

Continúa, citando al sobreviviente y premio Nobel de la Paz Elie Wiesel, y atacando la indiferencia, el silencio cómplice, que siempre favorecen “al agresor, nunca a la víctima, cuyo dolor se amplifica cuando se siente olvidada”.

Respecto a la actualidad, afirma que “el mundo está viviendo una situación que cada vez se parece más a lo que ocurría antes del comienzo del Holocausto. La situación actual nos demuestra a diario, con cada ataque a Israel, que el antisemitismo y el odio hacia la civilización occidental están más vivos que nunca, lo que nos obliga a no abandonar nuestra lucha”.

Sin embargo, faltaron las referencias históricas precisas, ni mucho menos a el Ejército Rojo y los partisanos polacos que resistieron a los nazis. Pero no se privó de una cita bíblica, relatando la historia de Moisés y el faraón egipcio. Y de los judíos, “tan oprimidos en su esclavitud que ni siquiera podían soñar con la libertad”.

Milei concluye con un agradecimiento a Donald Trump, “por haber asumido el peso de las negociaciones que permitirán que los rehenes regresen a casa; entre ellos, los nueve argentinos que aún están prisioneros y cuya liberación pedimos con la mayor rapidez”. Y no pudo evitar cerrar su intervención con el lema que siempre lo acompaña: “Como ayer, hoy decimos y seguiremos diciendo, una y otra vez: ¡Viva la libertad!”.