VENECIA – En el gran relato de la emigración italiana, las mujeres fueron durante mucho tiempo protagonistas silenciosas. Dejaron su tierra, muchas veces siguiendo a sus maridos o a sus padres, pero también, no pocas veces, solas, impulsadas por la esperanza de un futuro distinto y el deseo de construir una nueva vida del otro lado del océano. Son ellas —las mujeres vénetas que entre los siglos XIX y XX cruzaron el Atlántico rumbo a América Latina— el eje del congreso “Mujeres vénetas de acá y de allá del océano. Historias de emigración en América Latina”, coordinado por la historiadora Nadia Maria Filippini, que este jueves 9 de octubre en el Ateneo Veneto.
La iniciativa, organizada con motivo del 150º aniversario de la emigración italiana, surge de una colaboración internacional que reúne al Ateneo con la Asociación Familia Veneta de Rosario, la Società Italiana delle Storiche, la Fidapa BPW Italy y el CIEHMGE – Universidad Nacional de Rosario.
“Este congreso nace de un doble interés —explica la profesora Filippini—: uno, sin duda, personal, pero también del interés de la institución que lo alberga, el Ateneo Veneto. La actual presidenta, la primera mujer después de siglos de dirección masculina, manifestó desde el inicio una atención especial hacia la cuestión de género y quiso promover iniciativas relacionadas con la historia y la voz de las mujeres. Así nació DonnAteneo, junto con la sección Ateneo dal Veneto al mondo, que expresa una apertura hacia el exterior, hacia quienes viven más allá de las fronteras nacionales.”
De este doble impulso —cultural y político— surge un encuentro que se inscribe en la tradición de investigación y divulgación del Ateneo, pero que mira hacia lejos, “superando los límites vénetos e italianos para crear redes de diálogo con quienes comparten las mismas raíces culturales del otro lado del mundo”.
La colaboración con la Familia Veneta de Rosario, que reúne a descendientes de emigrantes italianos en Argentina, se fue construyendo con el tiempo, también gracias al aporte del profesor Paolo Balboni y a los intercambios académicos que llevaron a la propia Filippini a ofrecer seminarios virtuales para la asociación. “Este congreso –explica– marca la continuidad de un camino. El Ateneo quiere estrechar y reforzar los lazos con las comunidades de origen italiano en el mundo, porque detrás de esas relaciones hay raíces compartidas, un sentido de solidaridad, una historia que sigue viva en las familias y en nuestra cultura.”
El programa, que reúne a algunos de los principales especialistas en historia de la emigración italiana, busca devolver visibilidad a las experiencias femeninas, muchas veces relegadas por los estudios.
“Durante mucho tiempo la emigración se contó desde una óptica masculina, que parecía neutra. Pero muchas mujeres eligieron partir, y su número fue creciendo con el tiempo, hasta casi duplicarse respecto de los comienzos. Es importante entender quiénes eran: sí, esposas e hijas, pero también mujeres solas que partían por convicción, por necesidad o por deseo de cambio. Junto a los motivos familiares existían también expectativas personales, subjetividades que merecen ser reconocidas”.
Las ponencias del congreso, a cargo de historiadores y antropólogos, ofrecerán una visión amplia y detallada de la presencia femenina en la emigración véneta, desde las grandes corrientes migratorias estudiadas por Emilio Franzina y Giorgia Miazzo, hasta los retratos de vida trazados por Daniela Perco y Luis Fernando Beneduzi, pasando por los análisis de Maricel Bertolo sobre la inserción laboral de las mujeres en Argentina y la reflexión de Susanna Regazzoni sobre la narrativa ítalo-argentina.
El recorrido alterna la dimensión colectiva con la individual y, como subraya Filippini, “no se limita al momento de la partida, sino que también considera la experiencia del asentamiento, las comunidades que las mujeres ayudaron a construir, las formas en que se adaptaron y transformaron la realidad que las recibió”.
Un aspecto distintivo de la iniciativa será la lectura de testimonios reales —cartas escritas por emigrantes a sus familias, durante el viaje o tras su llegada— seleccionadas de publicaciones de los investigadores participantes. “Queríamos que las leyeran los estudiantes de secundaria —cuenta la profesora—, porque es importante que esta historia no quede confinada al ámbito académico, sino que forme parte del bagaje cultural de las nuevas generaciones. Solo así se transmite realmente la memoria”.
El Ateneo Veneto, sede del encuentro, representa para Filippini un lugar simbólico. “Es una de las instituciones culturales más importantes de la ciudad, con una historia de vanguardia en el plano cultural y social. Estamos orgullosos de que impulse esta iniciativa y que lo haga con esta perspectiva, sensible a las cuestiones de género y abierta al mundo. Una vez más, el Ateneo demuestra su capacidad de mirar hacia adelante, valorando la historia para construir vínculos y conocimiento”.
Al devolver la voz a las mujeres que cruzaron el océano, el congreso busca recordar una parte esencial de la historia véneta e italiana: la de quienes, al partir, contribuyeron a construir nuevas comunidades y a entrelazar dos mundos. “Hablamos de raíces y de memoria —concluye la profesora Filippini—, pero también de solidaridad y de identidad compartida. Conocer la historia de las mujeres migrantes es entender mejor quiénes somos hoy”.