BUENOS AIRES – ¿Sabías que durante la segunda década del Fascismo, el cine italiano experimentó un impulso extraordinario, que luego le permitió competir con las grandes producciones de Hollywood en la segunda posguerra? ¿Que Roberto Rossellini comenzó a elaborar el lenguaje del Neorrealismo trabajando para el régimen? ¿Y que el objetivo de desarrollo industrial era prioritario incluso por encima de la propaganda?

A estas y muchas otras preguntas responderá el seminario online El cine en la Italia fascista, organizado por la Sociedad Friulana de Buenos Aires y coordinado y dirigido por Gonzalo Alliegro, profesional del sector audiovisual y amante del cine y la cultura italianos.

“El objetivo es contar, con fuentes históricas en mano, cómo funcionó el cine en esos años”, dice Alliegro.

En los años ‘20, el cine italiano atravesó una profunda crisis. “El régimen no estaba interesado en apoyarlo y ni siquiera lo veía como arte, sino como un vulgar entretenimiento –continúa Alliegro–. ‘Cinematografari’ era el término despectivo con el que se llamaba a los directores”.

Así, tras el gran éxito de los primeros años del cine mudo y de personajes como Cretinetti, el sector fue olvidado. “Pero todo cambia con la llegada del cine sonoro, en 1930”, explica Gonzalo.

La primera película sonora italiana, La canzone dell’amore (de Gennaro Righelli), es de 1930, unos pocos años después de El cantante de jazz (1927), la primera película sonora de la historia. Es en ese momento cuando se reaviva el interés de los funcionarios del partido.

“Muchos piensan que el objetivo principal era la propaganda, pero en realidad se quería sobre todo potenciar una industria nacional, en función antirrumana –afirma el experto–. Lo que influenciaba al cine italiano de esos años no era el épico alemán de Leni Riefenstahl. Paradójicamente, las dos influencias principales eran la soviética y la estadounidense”. Los enemigos, en otras palabras.

Fue en esos años cuando nacieron el Instituto Luce, la Escuela Nacional de Cine y los estudios de Cinecittà, capaces de competir con Hollywood durante todo el siglo XX. Películas como Ben Hur, Antonio y Cleopatra, Érase una vez en América e incluso Gangs of New York fueron filmadas en los estudios romanos.

“De todos modos, la mayoría de los realizadores no eran filo-fascistas y tampoco estaban particularmente en conflicto con la censura”, agrega. “De hecho, muchos se dedicaban a la comedia, el género de los ‘Teléfonos blancos’. El propio Mario Camerini, principal exponente del estilo, era un declarado antifascista. La censura se eludía otorgando una nacionalidad extranjera a los personajes de adulterios, para no afectar la moral burguesa de la época”.

La censura existía, sí, pero operaba en otro plano. Por ejemplo, no se permitía el ingreso de películas hollywoodenses ni rusas, aunque luego en la escuela de cine se las veía y estudiaba igualmente.

Rossellini trabajaba en documentales de guerra, que no gustaban al régimen porque eran “antiépicos”: no recurría a actores, sino que filmaba soldados y marineros. Pero fue gracias a esa experiencia que se forjó su lenguaje, que luego derivaría en el Neorrealismo.

No se trata de recuperar el viejo dicho según el cual “el fascismo también hizo cosas buenas”, ni de minimizar la brutalidad del régimen, sino de reconstruir con las fuentes una narración historiográfica. Entender que el fascismo es un fenómeno histórico preciso y no debe confundirse con cualquier gobierno autoritario.

“Por ejemplo, el fascismo histórico preveía un Estado presente, que gobernaba y orientaba la economía y sostenía la industria cultural: lo contrario al ultraliberalismo”, afirma Alliegro. Y concluye: “Conocer la historia del cine nos permite descubrir los tonos grises de la historia general”.

El curso constará de tres encuentros vía Zoom, los días 17, 20 y 24 de febrero, a las 19 horas, con una duración aproximada de una hora y media. El precio es de $35.000 pesos en total.

Para consultar por información, es posible llamar al  4501 0764 o escribir al whatsapp 11 6256 3944. También se encuentra habilitada la casilla de mail friulanabuenosaires@gmail.com.