BUENOS AIRES – De Argentina a la Feria del Libro Infantil de Bolonia, y de vuelta a Buenos Aires, donde la editorial Calibroscopio está participando en la Feria del Libro. Judith Wilhelm, socia fundadora junto a Walter Binder en 2005, no para.

“Pero la historia empezó mucho antes, en 1998 –cuenta–. En ese momento estábamos trabajando en un proyecto de promoción de la literatura infantil y juvenil llamado El Libro de Arena. Éramos una especie de librería itinerante que participaba en ferias y festivales, llevando lo mejor de la producción editorial hispanoamericana. Visitábamos escuelas y bibliotecas”.

Con esa experiencia encima, Judith y Walter decidieron empezar a editar sus propios libros, aun sabiendo que no era una apuesta rentable desde lo comercial.

“En 2005 casi no se producía acá, casi todo venía de Europa –recuerda Judith–. Pero sí había muchos ilustradores talentosos”. Artistas de gran nivel, como Irene Singer, María Wernicke, Claudia Degliuomini, Istvan… Todos con muchas ganas de contar y de publicar.

Con el tiempo se sumaron autoras y autores de peso: María Teresa Andruetto, Paula Bombara, Mario Méndez, Iris Rivera. Voces con una fuerte necesidad de narrar, capaces de mover al lector de su zona de confort hacia otros territorios. “Pero siempre con un profundo respeto hacia los niños –subraya Judith–. Nuestro lema es ‘libros para ver mundos’. Significa que leer te permite descubrir nuevos universos, abrir sentidos, encontrar distintas interpretaciones”.

Los ojos de Judith se iluminan cuando habla de la alegría y la sorpresa del lector joven al encontrar, en un cuento o un libro ilustrado, algo inesperado que le habla directamente.

Pero también reconoce las dificultades que atraviesa hoy el mundo editorial en Argentina. “Tuvimos años durísimos, cuando el papel era el más caro del mundo – recuerda –. Y ahora sentimos el impacto de la ausencia total de apoyo del Estado, que antes compraba libros para bibliotecas y escuelas. Además, cuando logramos vender un libro a una editorial de Europa, sigue siendo muy difícil cobrar los derechos desde el exterior…”.

Aun así, esas dificultades no son motivo para detenerse, al menos no para quienes, como dice Judith, “tenemos algo que contar”.