BUENOS AIRES – ¿Su modelo? La “tolerancia cero” de Rudy Giuliani cuando era alcalde de Nueva York. Así resume Ramiro Marra, uno de los fundadores de La Libertad Avanza junto a Javier Milei —y más tarde “desplazado” por este último— el programa con el que se va a presentar el 18 de mayo a las elecciones para renovar la mitad de la Legislatura porteña. Esta vez, bajo las filas de la UCeDé, histórico partido neoliberal argentino.
Frente al público de la Cena del Lunes del Círculo Italiano, expuso su proyecto político, acompañado por su pareja Camila Giorgi, extenista italiana de origen argentino, que llegó a estar en el puesto 26 del ranking mundial, y con quien está en pareja desde 2024.
Marra arrancó diciendo que la batalla cultural (un término muy usado por su exaliado Milei) también pasa por recuperar valores y raíces.
“Yo también tengo sangre italiana —dijo—. Mi bisabuelo llegó desde Salerno a la Argentina en 1905, el mismo año en que se fundó Boca. Era ebanista, tuvo 9 hijos”. Uno de ellos, Francisco, fue su abuelo materno.
“La batalla cultural es recordar que tenemos una historia y respetarla”, afirmó Marra, destacando el sacrificio de quienes vinieron desde otros países, con otra lengua, para construir esta nueva patria argentina.
“Mientras que con el concepto de Patria Grande de los últimos años se generó bastante confusión”, continuó, en clara y filosa alusión al discurso del kirchnerismo.
Para Marra, el comienzo de la decadencia tiene una fecha puntual: el 2001, “cuando se empezó a permitir demasiadas cosas, como juntar cartones en la calle, y se incentivó la inmigración ilegal”.
Con datos en mano, señaló que en las villas y barrios marginados de Buenos Aires, donde antes vivía el 3,5% de la población, hoy se concentra el 15% de los habitantes de la capital. “Pero ahí también florecen las actividades ilegales e informales —agregó—. Por ejemplo, la construcción ilegal de pisos adicionales en edificios para alquilarlos a recién llegados: un verdadero negocio ilegal. Mientras que yo sueño con que en el lugar de la Villa 31 se levante un Puerto Madero 2”.
Frente a la objeción de que la economía informal no se combate con el Código Penal y la represión, sino ofreciendo alternativas, Marra dio un pequeño giro respecto a sus afirmaciones tajantes: “Mi abuelo paterno fue docente en la escuela técnica Otto Krause —contó—. Sé perfectamente que hay que ofrecer formación y salidas laborales”.
Una de las preguntas del público fue sobre la especulación inmobiliaria, recordando que también ocurre en barrios “de moda” de Buenos Aires, de la mano de constructoras que saben que las irregularidades se resuelven con multas menores y no dudan en demoler edificios históricos. “Entiendo la nostalgia —respondió— pero no podemos impedirle a la gente vender, comprar y hacer lo que quiera con su propiedad privada”.
En resumen, el concepto de preservación arquitectónica y defensa del patrimonio histórico no cala en Ramiro Marra, ni siquiera en nombre de esa “batalla cultural” que, según él, pasa por el “respeto por la historia”. Ni siquiera en honor a su bisabuelo ebanista, que quizás había construido los portones de esas casas demolidas para dar paso a torres de 12 pisos, todos monoambientes, pero con pileta en la terraza.
Sobre los jubilados que todos los miércoles se manifiestan y son reprimidos por la policía, sostuvo que “mejores jubilaciones se logran si más trabajadores pasan de la economía informal a la formal”. Y agregó: “Todos pueden manifestarse y protestar, pero sin molestar a los demás”.
Sobre su conflicto con Javier Milei, finalmente, no quiso hacer declaraciones. “Nada más que lo que ya salió en los diarios”, dijo. Aunque luego se tentó y confesó: “Le gané al presidente en cantidad de interacciones en Twitter”.