BUENOS AIRESVermiglio es el nombre de un pequeño pueblo en los Alpes, donde la familia Graziadei vive los ecos de la Segunda Guerra Mundial.

Vermiglio es también el título de la película de Maura Delpero, que entró en la lista corta de candidatas al Oscar y ganó el León de Plata en el Festival de Cine de Venecia 2024. La directora llegó a Buenos Aires para presentarla en la Semana del Cine Italiano (hasta hoy, 16 de abril), con tres funciones en el Cinépolis de Recoleta Village: sábado 12 de abril a las 21:40, domingo 13 a las 19 (ambas contaron con presencia de la directora) y miércoles 16 a las 16:30.

Es la historia de los Graziadei, una familia patriarcal encabezada por Cesare, el maestro del pueblo (interpretado por Tommaso Ragno). Un hombre durísimo con sus propios hijos (que también son sus alumnos), amante de la música clásica y, en secreto, de las fotos eróticas.

La trama se pone en marcha con la llegada de un joven del pueblo que ha desertado y necesita esconderse. Llega acompañado de un compañero siciliano, Pietro, quien también es acogido por las familias del lugar.

La guerra termina, Pietro se enamora de Lucia, la hija mayor de Cesare, se casan y, por una paradoja del destino, justo cuando el mundo recupera la paz, esa familia la pierde.

La directora italiana Maura Delpero. (Foto de Francesca Capelli)

Contar desde las antinomias es un sello de estilo de Maura Delpero. En Nadea y Sveta (2012, ganador del David di Donatello como mejor documental), contrapone la historia de dos cuidadoras moldavas migrantes en Italia: una dejó a sus hijos ya grandes y sueña con volver a verlos, la otra dejó a su pequeña hija al cuidado de su madre y hará todo lo posible por llevársela a Italia.

Hogar (2019), rodada en Argentina (donde Maura vive parte del año), cuenta los destinos cruzados en un hogar para madres adolescentes en Buenos Aires, dirigido por monjas. La llegada de una religiosa joven hace aflorar los conflictos latentes entre mujeres que no eligieron ser madres y otras a quienes esa posibilidad les está vedada por haber elegido la vida consagrada.

Vermiglio es un regreso a las raíces. “Es el pueblo del Trentino donde nació mi papá –cuenta–. Y desde donde, justo después de la guerra, muchos emigraron a Chile”. Un detalle que también se menciona en la película. “Los habían convencido con la promesa de tierras cultivables –continúa–. Pero escribían cartas desgarradoras contando que la tierra que les habían asignado ‘era polvo’ y que no sabían cómo sobrevivir”.

En Vermiglio, la gran historia se entrelaza con la dimensión íntima y los pequeños dramas de los miembros de la familia Graziadei: la hija que debe renunciar a estudiar porque su hermana menor, muy inteligente, tiene mejores notas y será ella quien irá al internado en Trento. Un bebé que muere en la cuna por el strangulin, nombre en dialecto para una enfermedad infantil (probablemente difteria). La dureza del padre patriarca con su hijo varón, que no está a la altura de sus expectativas. Y el pueblo que le da la espalda a los Graziadei cuando la desgracia cae sobre ellos.

La película está hablada en dialecto trentino (con subtítulos), “porque las emociones se expresan mejor en dialecto –dice Maura–. El público italiano sabe apreciar esa corporeidad”.

Hay un hilo que une Vermiglio con las dos películas anteriores de la cineasta: la maternidad. “Mi madre vivió la maternidad de manera muy compleja, estaba muy sola –explica Maura–. En cambio yo, cuando rodé Vermiglio, llevé al set a mi hija recién nacida, con mi marido al lado y los abuelos paternos venidos desde Argentina para ayudarnos”.

Afiche de la película Vermiglio (2024).

El marido es el actor argentino Santiago Fondevila Sancet, coproductor de la película, que interpreta a Attilio, el joven desertor. Traumado por la guerra, es el único que, cuando el escándalo cae sobre Lucia y toda su familia, en vez de preocuparse por el estigma social, se acerca a ella y hace un gesto de humanidad y compasión: le toma la mano y le dice que lo siente.

“Me di cuenta después de terminarla de que la maternidad es central en estas tres películas –afirma Maura–. Hablo de mujeres que no pueden sostenerla, pero luchan por abrazarla. Mujeres que no pueden cuidar a sus hijos y otras que cuidan a los hijos de otras. Mujeres que saben que ser libres muchas veces significa estar solas. No es casual que Vermiglio empiece con el fresco de una comunidad y termine con una cama vacía”.