BUENOS AIRES – En la Argentina de comienzos del siglo XX todos los chicos querían jugar al fútbol: tener su propio equipo, fundar su propio club… Claro, el fútbol no solo es un deporte fácil de aprender a jugar, sino que también es muy barato: solo basta con conseguir una pelota y buscar un potrero donde poder señalar los arcos con dos pilitas de ropa.

A todo esto hay que sumarle que muchos de esos chicos eran hijos de inmigrantes en un momento en que Argentina era uno de los mayores receptores de inmigración mundial y que sus padres traían de Europa un ideal asociacionista: por una cuestión lógica de preservación de sus tradiciones y sus intereses, tenían una tendencia a agruparse en instituciones integradas por compatriotas.

Así criaron a sus hijos, con esta idea de unirse para lo que fuese. El resultado fue un caldo de cultivo espectacular para que en cada barrio porteño surgiera un club de fútbol.

El Club Atlético San Lorenzo de Almagro fue uno de esos clubes. Fundado el 1 de abril de 1908 en el barrio de Almagro de la Ciudad de Buenos Aires, nació en un oratorio salesiano, la Casa San Antonio, que en 1908 había sido puesta a cargo de un curita de veinticinco años nacido en Morón: el padre Lorenzo Massa.

Surgió porque el cura les ofreció una cancha a unos muchachos de entre doce y veinte años que jugaban al fútbol en la esquina del oratorio; lo hizo cuando uno de ellos fue atropellado por un tranvía. Estos decían tener un club que se llamaba “Forzosos de Almagro”, aunque apenas tenían un papel y un sello.

Obvio que el asunto no era gratuito: a cambio de la cancha, estos adolescentes (muchos de clase media baja e hijos de padres socialistas y anarquistas) se tenían que comprometer a ir a misa todos los domingos y a hacer tareas sociales. En síntesis, el padre, que era un educador de fuste, la tenía clarísima: en una sola jugada sacaba a los pibes de la calle y ganaba fieles para la grey católica.

En la actualidad, no son muchos los clubes del fútbol argentino que surgieron de la órbita de la Iglesia Católica; San Lorenzo es uno de ellos.

Esto pasó porque Massa se empezó a meter cada vez más de lleno en la organización del equipo: es más, se convirtió en el alma mater. Tanto que cuando el 1 de abril de 1908 los pibes se reunieron para fundar un club que les permitiera participar en torneos y alguno propuso bautizarlo como San Lorenzo de Almagro en homenaje a su persona, el cura lo terminó aceptando a cambio de que dejaran el nombre a modo de homenaje al santo mártir de la Iglesia Católica y al combate homónimo en el que el Gral. San Martín venció a los españoles en 1813.

A posteriori, tras la fundación de San Lorenzo, Massa se volvió muy popular en el barrio y dedicó horas de su vida para que el club saliera adelante. Entre otras cosas, fue él quien consiguió las primeras camisetas azulgranas que reemplazaron a las originales, de color borravino y blanco. ¿Y por qué azulgranas? Porque están inspiradas en el manto de María Auxiliadora.

En 1916 San Lorenzo se afincó en el vecino barrio de Boedo donde tuvo uno de los estadios más emblemáticos del fútbol argentino: El Gasómetro, que también fue conocido como “el Wembley porteño” porque la similitud entre su tribuna cabecera y la del mítico estadio londinense era muy llamativa.

En Boedo, San Lorenzo inició una estrecha relación de amor con dicho barrio al punto de que hoy es prácticamente imposible separar un nombre de otro. Esta situación es característica de toda el área metropolitana de Buenos Aires, ya que el momento en el que los clubes criollos (no de origen británico) lograron afincarse definitivamente en un lugar (la década de 1920) coincide con el proceso en el que los inmigrantes (sus futuros hinchas) dejaron el conventillo (inquilinato) y se convirtieron en propietarios, muchas veces en zonas alejadas del centro y que en ese entonces se fueron consolidando como barrios.

Para la década de 1940, San Lorenzo era un verdadero club modelo: llegó a ser una de las instituciones deportivas más importantes del mundo y el club con más socios del país (40.391 en 1949) que tenía más de cincuenta actividades deportivas y culturales. De hecho, al día de hoy por la cantidad de títulos obtenidos a lo largo de toda su historia en las distintas disciplinas deportivas, San Lorenzo es considerado el club más ganador del deporte argentino.

En la actualidad, el club de Boedo es considerado uno de los “cinco grandes del fútbol argentino”; de hecho es uno de los que más títulos ha obtenido: 22 incluyendo 15 campeonatos de Primera División. Es, además, el cuarto equipo con más entradas vendidas detrás de Boca, River y Racing y el tercero con más puntos obtenidos en Primera División detrás de River y Boca.

Figura en algunas encuestas como el cuarto equipo con más hinchas detrás de Boca, River e Independiente (pelea ese lugar con Racing); de hecho, se calcula que aproximadamente un 4% de los simpatizantes argentinos son de San Lorenzo.

¿Y cómo es el hincha de San Lorenzo? Bueno, se destaca por estar especialmente en las malas y hacerse cargo de las derrotas. También por su originalidad y su excesiva preocupación por el folclore futbolero al punto, por ejemplo, de tratar de no cantar cantitos no inventados por su propia hinchada. Tanto es así que en la actualidad, no pocos consideran a la hinchada de San Lorenzo como una de las más ingeniosas y creativas del mundo. 

Da sinistra, Farro, Pontoni, Martino, “El trindente de oro”. (Cortesia Romina Deprati)

¿El hincha más famoso? El Papa Francisco ni más ni menos.

Jorge Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1926 a las 21 hs en la casa de la calle Varela 268, barrio de Flores. Fanático del club de su barrio natal, solía asistir con su familia los domingos a la cancha y tal era su fanatismo que pocas cosas lo marcaron tanto como aquellos ídolos del equipo del 46, cuando él apenas tenía diez años y conocía de memoria la formación completa del mismo; de hecho, lo siguió haciendo hasta el ultimo dia de su vida.

De la misma manera, lo hizo con el nombre y las jugadas de su jugador favorito, René Pontoni, un santafecino, también hijo de inmigrantes italianos, que junto con Farro y Martino conformaba “el tridente” de oro de aquel equipo. Tan efeciente fue esa combinación que consiguió marcar 90 goles en 30 partidos para que el team de Boedo fuese campeón argentino de 1946.  

El carnet de socio de Bergoglio.

San Lorenzo fue el club de los amores de Francisco, parte de su identidad cultural junto con el mate, el tango y el dulce de leche: 100% argentino. Claro que lo que nadie imaginó era que, fruto de esa comunión con el club de sus amores, se diera una coincidencia inesperada, una señal. 

El 21 de abril a las 7:35 hs de Roma, 2:35 hs de Buenos Aires se declaró la muerte del sumo pontífice a los 88 años de edad. ¿La coincidencia? 88.235 es el número de socio que llevaba en el carnet de su querido San Lorenzo.

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